La vacuna que no solo trajo la inmunidad, sino también la libertad

Tras haber recibido la segunda dosis de la vacuna y estar inmunizados, los usuarios de los pisos tutelados y centro de mayores de Campanario ya pueden recibir visitas en las instalaciones. Este era uno de los momentos más esperados ya que, en muchos casos, han pasado meses sin que puedan reencontrarse con sus seres queridos como medida de precaución ante algún posible contagio de coronavirus.

En el caso de los mayores, las visitas se limitan a lo que marca el protocolo, que es un familiar por usuario al día durante un máximo de media hora. Para ello hay que pedir cita previa vía telefónica para evitar que haya más visitas a un mismo familiar y también para que no coincidan visitantes o se crucen a la entrada o salida.

En general, los encuentros con los mayores están siendo muy tranquilos, recuerda la responsable del centro, «ya que la gente está siendo muy prudente».

No obstante, son seis los mayores que permanecen en el centro sin haber salido desde marzo del pasado año. De ellos, dos tienen a sus familiares fuera del pueblo e incluso en otra comunidad autónoma.

Aún así, explican la importancia que tienen estas visitas «que son muy necesarias para ellos, porque les sube la autoestima muchísimo», señala Marta Gálvez.

A pesar de todo, en este tiempo, el contacto entre residente y familiares ha sido constante, puesto que se dispone de dos tablets para que puedan hacer videollamadas en cualquier momento, y también hay a disposición teléfonos para hablar con ellos o con los trabajadores, que mantienen a la familia informada siempre.

Por otro lado, en el caso de los pisos tutelados, gran parte de los residentes son autónomos e independientes, por lo que estos días ya han podido salir a la calle, algo que estaban deseando. Algunos han podido incluso acercarse a sus casas, a la de familiares o amigos. Otra de las cosas que estaban deseando es el poder realizar por si mismos cualquier gestión como ir al banco, a Correos o a comprar, explica Javier Miranda, uno de los encargados de los pisos.

Una vacuna que ha traído no solo la inmunidad, sino también la libertad que, durante tantos meses, les ha arrebatado el coronavirus.