

Este verano se cumple el 83 aniversario del, posiblemente, más trascendente hecho bélico de la historia de Extremadura, en el que el pueblo de Campanario se vio inmerso en su vorágine de muerte y destrucción. Hablamos de la Batalla de La Serena, normalmente conocida como de la Bolsa de la Serena, que se desarrolló desde el 20 de julio de 1938 a la madrugada del 25 de julio de 1938, en uno de los campos de batalla más duros y extremos.
En esa fecha, la vida cotidiana tras dos años de «frente estabilizado» o «frente olvidado» (como el historiador José Hinojosa denomina en su magna obra sobre el Frente de la Serena), en la denominada 'Pequeña Rusia', pasó de la ilusión y celebración por la declaración del Comunismo Libertario, a la decepción. Pero también a la escasez, deserciones, traiciones y disputas internas, por ansiar cada partido o sindicato hacer la revolución a su manera. Así, tras un periodo de relativa calma y vida de trincheras, sin permisos, sin formación técnica de la tropa, y con la salida de los mejores combatientes a otros frentes españoles, el Ejército de la República se encontraba en desventaja frente a los Ejércitos del Centro y del Sur del bando franquista o sublevado. Éstos agruparían unos 90.000 combatientes perfectamente coordinados para ocupar la amplia y dura comarca de la Serena. Y también para recuperar la posesión del territorio, y destruir el dispositivo militar republicano, de carácter defensivo, de unos 18.000 hombres.
Las operaciones en la Serena se iniciarían el 20 de julio de 1938 con el ataque franquista combinado de artillería y aviación, carros de asalto, infantería y caballería, bajo un ambiente de sol canicular y una atmósfera infernal de 46 grados. Ocurrió entre incendios, vendavales y humareda en los campos, que causarían más de la mitad de las bajas del bando franquista.
Es de destacar, que mientras que el Ejército Popular de la República no dispuso de la aviación en esta fase, el bando franquista dispuso de una gran fuerza aérea compuesta por los aviones que la Legión Cóndor había traspasado a la Nacional, tras la caída del Frente Norte, así como de los de la ayuda italiana.
En concreto, actuarán en la ofensiva una escuadra y escuadrilla de bombardeo, con los Junkers 52 y los Heinkel 70 (Rayos); dos grupos de caza con los Fiat. CR. 32 «Chirris»; una escuadrilla mixta de gran bombardeo y un grupo de cooperación de la Región Aérea del Sur; una escuadrilla de Heinkel He-51; y los aviones Henschel 123 y He 70 de las R.A. Centro y Sur. Como podemos observar, modelos de la Luftwaffe alemana que al inicio de la Guerra eran los más avanzados en su categoría.
Desde la dehesa de Madrigalejo, y tras levantarse la neblina mañanera, avanzaron las Divisiones 11 y 74. Dichas tropas rompen el frente y avanzan hacia Acedera que cae al anochecer, igual que el de Rena.
Por el sur, las Divisiones 122, 24 y 102 ocupan tres líneas fortificadas, cruzan el Zújar y llegan a las sierras al sur de Monterrubio de la Serena.
El calor, los vendavales de polvo y fuego provocados por las bombas, causa el 50 % de las bajas de las tropas de Queipo de Llano.
El Ejército Popular de la República, Ejército de Extremadura que intentará defender el ataque ha enviado a Levante las divisiones 10 y 67, y mantiene solo algunas fuerzas en la comarca. La defensa por las fuerzas gubernamentales sucumbe en el caos, con deserciones, abandonos y conatos de tiroteos entre sus propias fuerzas. Al final del día es notoria la imposibilidad del detener al enemigo.
El día 21 las fuerzas atacantes conquistaban Navalvillar de Pela, Orellana de la Sierra y Orellana La Vieja y llegaban al Guadiana, consiguiéndolo vadear al anochecer. También cae en manos de los franquistas Monterrubio y La Coronada. El día 22 los republicanos intentarán recuperar Monterrubio, sin resultado.
Ya el día siguiente, el 23 de julio, la aviación y artillería atacante machacan las posiciones republicanas al noreste de Villanueva de la Serena mientras se ha cruzado el Guadiana y continúa desde Orellana el avance hacia Campanario.
Un alto mando republicano describió así este episodio:
«El macizo del Aceuchal ha sido completamente machacado por la aviación y artillería enemiga. Igualmente ha sido bombardeado con mucha intensidad el Castillo de la Encomienda. La guarnición de la cota 303 del macizo de Aceuchal ha quedado materialmente enterrada entre el bombardeo de la Aviación y artillería; el enemigo la rebasó y ocupó sin que nuestras fuerzas se replegaran; después el ataque fue dirigido entre el castillo y el macizo. Las fuerzas que lograron replegarse lo hicieron sobre Tamborrío. Este Batallón de la 109 me comunicó su jefe que había tenido más del 60% de bajas».
Ese mismo día es cortada la carretera Castuera- Puebla de Alcocer en su km 3, donde en una emboscada tres blindados son destruidos con su tripulación, mientras que aviación e infantería acosan y aniquilan las últimas resistencias y refuerzos enviados en su auxilio. Al anochecer, Castuera había caído y las banderas de los atacantes ondean en sus alturas.
Campanario sólo puede pensar en la evacuación de los que todavía no lo hicieron, por lo que durante toda la noche y la madrugada del 24 de julio abandonan el pueblo por los caminos de Cabeza del Buey y después el de Puebla de Alcocer (el de Piedraescrita). Y todo bajo el hostigamiento de las avanzadillas moras y los ametrallamientos aire-tierra de los cazas de la aviación franquista.
A su vez, algunas tropas intentan ganar tiempo para los evacuados y posicionan algunos blindados autoametralladores y piezas antitanques en las carreteras de Castuera (Hontanillas) y Orellana (El Espolón), sin resultado.
Finalmente, el día 24 de julio, tropas de las dos grandes masas operativas del ejército franquista contactaban en el este del pueblo, quedando cercados un importante número de efectivos republicanos y perdiendo gran cantidad de armamento y pertrechos. Según el historiador J. Hinojosa, el número de militares republicanos capturados por el ejército franquista se elevaba a unos 4.700 y unos 600 o 700 fallecían en combate. Las bajas del ejército atacante habían sido mucho menos numerosas.
A primeras horas de la madrugada del 25 de julio, mientras el EPR pasaba el Ebro, algunas de las fuerzas republicanas «copadas» intentaban romper el cerco entre Campanario y el Zújar, para pasar a Puebla de Alcocer.
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