Gentío en la misa de los emigrantes celebrada el pasado agosto en la ermita de Piedraescrita.

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"En Navidad, agosto o las fiestas patronales, la población de Campanario se duplica holgadamente y muchas de las viviendas cerradas la mayor parte del año se llenan de vida. Hay gente deambulando por cada una de las 141 calles del pueblo"

fernando gallego gallardo

Jueves, 27 de septiembre 2018, 11:16

Año tras año en el mes de agosto, en Navidad o en las fiestas patronales, muchas de las familias que emigraron a lo largo de los años sesenta y setenta del pasado siglo retornan a su pueblo de origen.

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En dichas fechas la población de Campanario se duplica holgadamente y muchas de las viviendas cerradas la mayor parte del año se llenan de vida. Hay gente deambulando por todas y por cada una de las 141 calles con las que cuenta el pueblo, se reactiva la convivencia al disfrutar con sus parientes, amigos y vecinos, resurge la economía y se integran formando parte de las costumbres, de la cultura popular, de las actividades programadas y festivas. Además, se integran en un entorno más saludable, al estar en contacto con la naturaleza, en espacios menos contaminados que donde muchos de ellos y ellas trabajan o trabajaban.

Según informes de las Naciones Unidas, a partir de los años cincuenta del pasado siglo los pueblos rurales de España han ido mermando su población por falta de expectativas para los jóvenes y la precariedad del salario en el medio rural.

El despoblamiento de las zonas rurales concierne a la mayoría del territorio peninsular, en distinta proporcionalidad según comunidades. Este fenómeno no solamente tiene que ver con la emigración o trasvase demográfico entre las áreas rurales y zonas industriales y ciudades, sino también con el descenso de la natalidad y el envejecimiento de la población.

Con el éxodo rural se sufrieron, entre otras, numerosas consecuencias, como el abandono del pueblo y del patrimonio, forma de vida local, desarraigo con familiares, amigos y vecinos y con la tierra que les vio nacer. No obstante la experiencia migratoria supuso un enriquecimiento personal y profesional.

Los principales lugares de emigración fueron Alemania, Suiza, Francia, Bélgica y Holanda, en Europa, mientras que en España se optó por marchar a Madrid, Bilbao, Cataluña, Mallorca...

La diferente cultura, lengua, alimentación, gentes y lugares desconocidos fueron y son algunos de los contratiempos que tuvieron y han de superar los emigrados, no logrando algunos de ellos adaptarse a las formas o maneras del lugar de destino.

Creo que en la mente de la mayoría de los emigrantes está desde el momento de la marcha la idea de volver, constituyendo el objetivo fundamental del proyecto migratorio.

Muchos de ellos no han perdido el contacto con el lugar de origen, retornando en períodos vacacionales, visitas ocasionales y conservando sus pertenencias, como la casa o las tierras En muchos casos este propósito no se logra debido a la prolongada estancia en el sitio de trabajo, de ahí la existencia de emigrantes retornados y de otros que se han adaptado e integrado y acomodado al nuevo lugar o destino.

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Entre los motivos para retornar de la emigración algunos lo hacen tras alcanzar la jubilación, otros por conservar la vivienda en el pueblo, también los hay que vuelven por problemas de salud, por las visitas frecuentes al lugar de origen o, simplemente, por añoranza.

Varios podrían ser los objetivos para evitar el flujo migratorio, como conservar y formar a la población joven, fomentar, valorizar y canalizar los recursos locales, mejorar la calidad de vida de la población...

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En este sentido, es de destacar la asistencia y participación de los emigrados campanarienses en los diferentes actos programados por el Ayuntamiento y que se han desarrollado durante el mes de agosto.

Sean más o menos creyentes o practicantes en cuanto a sus valores religiosos, lo cierto es que los que tuvieron que salir del pueblo y retornar temporal u ocasionalmente al lugar que les vio nacer nunca olvidan visitar, cantar, contemplar y pedir a la Patrona, la Virgen de Piedraescrita, la salud y ayuda en las necesidades, con la esperanza de acudir un año más a la Misa del Emigrante en el Santuario junto a la Madre Barranquera.

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Las elevadas temperaturas de estos días agosteños han propiciado las frecuentes remojadas en los pantanos limítrofes y piscina municipal. Esperemos que no se demore más la reparación de la Presa del Paredón, lugar entrañable para el pueblo, más cercano y utilizado como baño y pesca deportiva de presentes y anteriores generaciones.

Además, las jornadas participativas 'Al fresco' han servido para analizar la situación urbanística de la localidad y proponer propuestas de mejoras. Esperemos se lleven a buen término, al menos algunas de estas sugerencias.

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Las terrazas de los bares estuvieron muy concurridas con grupos de amistad y familias, que dialogaban y disfrutaban saboreando las bebidas refrescantes envueltos en el relente de la noche hasta bien entrada la madrugada.

Aprovechando el plenilunio, la noche del domingo, día 26, más de un centenar de personas, vecinos y emigrantes campanarienses de distintos sexos y edades lograron cubrir una vez más la tradicional Ruta Nocturna Senderista hasta la vecina, histórica y noble localidad de Magacela. Con la llegada al Monumento Protohistórico y al Pilar de 'Los Pajares' compartieron con entrañable convivencia frutos secos, sangría y fruta fresca.

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Ahora, que en los últimos días de agosto comenzó el retorno a los lugares de destino cargados de nostalgia, pero con la firme esperanza de volver.

Como cantaba Carlos Gardel: "Volver/con la frente marchita/las nieves del tiempo/ platearon mi sien./Sentir/que es un soplo la vida/ que veinte años no es nada/ que febril la mirada/ errante en las sombras te busca y te nombra./Vivir/ con el alma aferrada/a un dulce recuerdo/que lloro otra vez".

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