

familia mateos huertas
Martes, 25 de septiembre 2018, 18:26
Toda familia tiene un nexo de unión. En la familia Mateos Huertas ese nexo fue y seguirá siendo María Huertas García, la abuela de Campanario, que murió el pasado 31 de agosto después de haber cumplido 104 años de edad. Una familia que le ha querido recordar con estas palabras
La vida de María giró en torno a su familia: su marido Francisco Mateos Blanco y sus tres hijas Mari, Pepi y Ana, y en la calle Barrio de la Noria. Esa casa siempre resultó ser el verdadero centro de atención de la calle. Tiempo atrás porque albergaba la empleitería de su marido Francisco, y después porque el carisma de María, iluminaba toda la casa. Una actividad frenética ocupaba los días de María: atención a la familia, cocinar, lavar la ropa en la pila, hacer ganchillo o preparar sus macetas, su gran afición, a las que cuidaba con esmero y delicadeza.
Tras la muerte de Francisco, 27 años atrás, la familia no se desmoronó. Todo lo contrario. María se convirtió en el verdadero foco familiar y vecinal. Y es que su vida ha estado marcada por la compañía constante de gente a su alrededor, con las puertas de su casa abiertas de par en par, acogiendo a todo el mundo con los brazos abiertos. Sus hijas, nietos, bisnietos, sobrinos o innumerables primos. Y por supuesto, sus queridas vecinas, que no son tales, sino auténtica familia. Sin olvidar a las Hermanas de la Providencia, que tanto la visitaban para acompañarla en el rezo del rosario o para tomar la comunión. Para todos siempre tuvo un humor sincero, palabras bonitas, contestaciones adecuadas y precisas, refranes recurrentes, o la recitación de alguna poesía, y todo ello expresado con su característica gracia meriñaque.
Pero, sin duda, el pilar de María en estos últimos años han sido sus tres hijas, volcadas plenamente en su madre querida. No sólo en el cuidado personal, sino en la compañía constante en esa maravillosa casa. Ellas han dedicado cuerpo y alma en el bienestar de María, tanto para llegar a 104 años.
Solo queda decir una cosa: GRACIAS. Gracias madre, gracias abuela, gracias yayita, gracias tía María, gracias vecina y amiga María Huertas. Gracias por tu sabiduría, por tus consejos, por tus historias, por tu alegría y cariño hacia los demás, por dar tanto sin pedir nada. Por todo, y mucho más, nunca te olvidaremos.
Te queremos de corazón.
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