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La romería en mi memoria

La romería en mi memoria

«La romería ha inspirado textos hermosos en forma de canción, de poema, de relato. Cronistas de nuestra fiesta, campanarienses de pluma ágil e ingenio agudo, han descrito esa explosión de luz»

Inés María gallardo caballero

Jueves, 29 de marzo 2018, 17:35

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Me invita HOY CAMPANARIO a escribir sobre la romería, a compartir mis recuerdos, mis vivencias y la propuesta me abruma y me honra a partes iguales. Escribir sobre la romería, para el público que lee estas líneas, es posiblemente un gran atrevimiento, pero con toda seguridad, también es un gran honor.

No es poco lo que se ha escrito sobre nuestra Jira porque el talento en este pueblo ha dado para mucho. "Campanario Poeta": con ese acierto nos definía un joven misionero que, según cuentan mis padres, predicaba en plazas e iglesias del pueblo allá por los años 50. La lucidez de los jesuitas, ya se sabe, es legendaria.

La romería ha inspirado textos hermosos en forma de canción, de poema, de relato. Cronistas de nuestra fiesta, campanarienses de pluma ágil e ingenio agudo, han descrito con detalle esa explosión de luz, de color, de flores de papel, de graciosos volantes y de hermosas cabriolas. Pero ni las palabras mejor elegidas capturan del todo el momento, el sentimiento que encierra para nosotros esta cita ineludible, a la que año tras año, acudimos con el ánimo preparado para compartir con el mundo lo mejor de nuestro pueblo y de nosotros mismos.

Ciertamente, no es sencillo de explicar. No resulta fácil porque las palabras a veces no dan de sí lo suficiente, porque la romería, de algún modo, nos conecta con lo que somos, con nuestra esencia....con el paisaje descarnado de los Barrancos, increíblemente hermoso en su desnudez, con la ermita que allí se alza, robusta y sencilla, albergando entre sus muros las promesas, los anhelos, las alegrías y las penas de tantas generaciones que nos precedieron, y que vendrán. 'Sábado último día'. La romería evoca mañanas de escalofrío nervioso, de mirar al cielo reteniendo la lluvia a fuerza de plegarias.

'Viva el carrero viva la sal'. Canciones de otro tiempo que nos trasladan a un pasado lejano que ese día sentimos como presente. Recuerdos propios y heredados de nuestros padres que trazan un hilo invisible que nos une en un sentimiento hondo y compartido. 'Campanario también tiene Reina' y el pueblo se engalana para honrarla. La Barranquera se abre paso en procesión, arropada por mil pañuelos al viento, mil almas, mil oraciones cantadas.

Y detrás de cada plegaria, el deseo ferviente de volver un año más.

La romería no se explica, se siente. Se vive desde la convicción de que nada hay más auténtico, ni más nuestro, que levantarse el lunes por la mañana y escuchar el trajín de un pueblo que cada año se esmera en mostrar lo mejor de sí mismo en un desfile de flores primorosas que hablan de tesón, de arte y de orgullo. Hombres y mujeres que cada año, con energía renovada, se afanan en continuar su tradición, en añadir un eslabón más a esa cadena ancestral que nos vincula y nos otorga el privilegio extraordinario de pertenecer a un pueblo poeta: Campanario, noble y leal.

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