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Fidel Santana con su grupo y, como no, él con su inseparable acordeón.
Te echaremos de menos Señor Fidel

Te echaremos de menos Señor Fidel

El Señor Fidel, distinción amable con la que le denominaban los campanarienses, fue un hombre atípico que se ganó la vida tras las paredes de la sacristía, los sonidos místicos del órgano de la iglesia y las coplas, pasodobles y demás música de la época

JOSÉ ANTONIO CANO SANTANA

Viernes, 23 de diciembre 2016, 12:39

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Cuando una personalidad como Fidel desaparece, aunque todos perdemos mucho colectivamente, y más aún su familia, es la música quien de verdad pierde. Pero también, cada uno puede sentir esa pérdida en lo que personalmente le afecta, ya que su persona te transporta hacía una época pasada y el recuerdo de un hombre que vivió por y para la música.

El pasado 25 de noviembre, Fidel Santana, mi abuelo, nos dejó tras casi un siglo de trayectoria musical impecable y una labor humana que perdurará como parte reseñable de la historia reciente de Campanario y Malpartida de la Serena.

El Señor Fidel, distinción amable con la que le denominaban los campanarienses, fue un hombre atípico que se ganó la vida tras las paredes de la sacristía, los sonidos místicos del órgano de la iglesia y las coplas, pasodobles y demás música de la época, pasiones y creencias que fomentó hasta el fin de sus días.

En cambio, el haber sido un hombre querido por todos, un respetado músico dentro y fuera de la región y el haber podido realizar las obligaciones exigidas por sus otros oficios, fue en parte gracias a su mujer, que desde el silencio más entrañable, sostuvo una casa más pública que privada.

Mi abuela, Nicolasa Chavero, una gran mujer. El homenaje hacía ella es directamente proporcional al de mi abuelo, ya que sobre sus hombros llevó el peso de la casa de sus padres en la posguerra y fue el pilar fundamental para que Fidel diese rienda suelta a su creatividad musical y a los quehaceres de sus múltiples oficios.

Pero para entender la historia de Fidel hay que remontarse a principios de siglo. Su padre, ciego por la viruela y gran músico y compositor, educó y enseñó a su hijo en la más recta disciplina que tiempo después inculcó a los suyos. Modelo estricto que le hizo convertirse en uno de los músicos más importantes de la provincia y reconocido por grandes compositores nacionales.

Esa trayectoria musical pudo haberse truncado con la guerra que destruyó España, ya que con 18 años tuvo que marcharse a uno de los mayores enfrentamientos bélicos de la Guerra Civil, la batalla de Teruel. En cambio, consiguió salvarse de aquel trágico vómito de fuego, condiciones climatológicas adversas y de la muerte, gracias a su perspicacia e inteligencia.

Ya acabada la contienda, estuvo en varios campos de concentración en Francia y Cataluña en situaciones precarias y gracias a su conocimiento musical y religioso heredado de su padre, se libró de morir o ir a otros campos de exterminio para volver a casa con su familia.

Tras regresar a su tierra, un músico de la talla de mi abuelo no solo siguió puliendo su gran técnica y talento innato, sino que además, como todos los que son y han sido grandes compositores y músicos, trabajó duro para conservar esa agudeza y realizar grandes sacrificios para componer al nivel que él mismo se exigía.

Un ejemplo de rigor y búsqueda de la excelencia en sus partituras que le hizo ser respetado por músicos y por el público que le escuchaba.

Los homenajes hacia Fidel no deben hacerse solo por el recuerdo que guardamos de él como músico y compositor, sino porque era un modelo a seguir por su trabajo constante en el cuidado de la técnica, la búsqueda de lo sublime y el amor hacia su trabajo y su tierra.

Aun así, sus pueblos le brindaron su admiración por su legado y trayectoria. Un acierto gigantesco el poder realizar un homenaje en vida a personas que por su sacrificio, por su tesón, por su talento o sus convicciones, han logrado cambiar el microambiente en el que se han movido y desenvuelto.

Un referente para otros músicos cercanos a él y también para las personas que pudieron disfrutar y aprendieron de su música. Un legado que debemos tratar de preservar. Sus composiciones, por fortuna, quedaron en muchas grabaciones que nunca se perderán.

Su extensa vida la vivió entregado a la música y a su trabajo en el mundo eclesiástico, compaginando ambas con otras profesiones, ya que su padre se preocupó que aprendiese otros oficios para que tuviese otro modo de vida por si la iglesia y la música no fuesen suficientes para vivir.

Fidel enseñó a muchas personas a tocar diversos instrumentos musicales que tiempo después formaron parte de grandes orquestas. Además, dio lecciones de música a futuros maestros, todo ello de forma altruista, pues nunca cobró nada por ello.

En su faceta humana, fue ejemplo de empatía hacia el prójimo, ayudó económicamente a muchos niños de los que fue padrino y a familias con necesidades. Todo ello desde el más íntimo desconocimiento por parte del resto de las personas e incluso de su familia.

Tanta sabiduría desaparece, tanta sabiduría queda, su música dejará un legado con el que retrotraerse hacía una época de misas y bailes ya añejos que forman parte de nuestro ser.

Estas palabras, en nombre de toda mi familia, recuerdan y agradecen el cariño de un pueblo hacia un hombre que nunca quiso desprenderse de sus raíces ni volar hacia lugares donde pudo haber explorado aún más sus virtudes, aunque la ausencia de su mujer le hizo vivir una soledad latente, vivió feliz y perdurará su imagen en el corazón de todo aquel que pudo conocerle.

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