Campanario fue Jerez en Navidad
En la Noche Flamenca, los artistas que actuaron tenían en común el paisanaje de esa tierra que derrama arte por doquier
PEDRO MIGUEL PONCE
Jueves, 24 de diciembre 2015, 13:52
Una gran acogida por parte del público tuvo la XLV Noche Flamenca de Diciembre, celebrada el sábado 5, que presentaba un matiz totalmente navideño y jerezano, dadas las características de los artistas que intervenían. Tenían en común el paisanaje, pues todos eran de esa tierra que derrama arte por doquier.
Organizaba el acto la Peña Flamenca Duende y Pureza-Pepe el Molinero, contando con la habitual colaboración del ayuntamiento local.
Abrió la noche Jesús Méndez, con la sonanta de Manuel Valencia. Para iniciar su actuación escogió un cante por alegrías. Todas las letras fueron de corte clásico, con tercios conocidos por la mayoría de los aficionados. Creo que estuvo correcto, aún reconociendo que no es su palo más fuerte.
Continuaría por tientos-tangos, que comenzó con la famosa estrofa: Entré en la sala del crimen/ le pregunté al Presidente/ si el querer tiene delito/ que me condenen a muerte. Igual que ocurrió en las alegrías, se movió por terrenos clásicos en cuanto a estilos y letras para rematar con el famoso lloro, lloro, lloro por ti, vida mía.
Voy a hacer un cante de la tierra y se arrancó por bulerías por soleá, o soleá por bulerías (que en esto no acaban de ponerse de acuerdo los estudiosos del flamenco). Fue, en mi opinión, lo mejor de su actuación. En este estilo se movió como pez en el agua, con un Manuel Valencia que supo perfectamente adaptarse a su cante y creo que fue donde más se dolió y más se rebuscó.
Quiso después agradar al público por fandangos. Marca de la casa el alialiali de su tía Paquera, le sirvió para iniciar una tanda de fandangos naturales. Entre ellos, destaco el estilo del Gloria y el último con el que remató esta serie, de Manuel Torre. Conocidísima su letra: Abre, que soy el moreno
Cuando, personalmente esperaba que arrancara por uno de sus cantes preferidos como es la seguirilla, quiso atender una petición del público, y nos adelantó la Navidad. Todos nos fuimos de la mano a las puertas del rico avariento, con los célebre Campanilleros. Cante que muchos siguen atribuyendo a la Niña de la Puebla, pero cuya autoría corresponde al gran artista nombrado anteriormente, Manuel Torre.
Tantas versiones se han hecho de este estilo, que siempre existen las comparaciones y las opiniones están muy encontradas en cuanto a la ejecución del mismo. Hay quien prefiere una versión clásica y quienes se posicionan a favor del toque personal de cada artista. En este caso, el cante fue clásico y el toque se movió en un terreno bello, pero difícil de entender para algunos, con acordes de paso y sonidos más modernos.
Terminó su actuación, como no podía ser de otra manera, cantando por bulerías. Aquí, Valencia, estuvo soberbio, presentando dos caras que son complementarias: la del guitarrista tradicional jerezano que toca a cuerda pelá, recordándonos a Morao, Parrilla y la del tocaor que juega con tonos más de moda y nos acerca al flamenco más actual.
Resumiendo, podemos decir que Jesús se ha posicionado en el flamenco ortodoxo y su propuesta es clara. No hay trampa ni cartón. Ni tampoco flamenquito. Puede gustar más o menos, pero él no engaña a nadie. Puede tener una noche peor o mejor, transmitir más o menos, pero siempre es de agradecer a esta nueva hornada de cantaores en la que se incluyen Rancapino Chico, Antonio Reyes, Pedro el Granaíno, Cástulo que su apuesta sea clara por el flamenco de raíz y tradicional, con algún toque moderno, eso sí, pero lo justo. En el caso del cantaor de la saga de los Méndez, bendita sea la rama que al tronco sale, aunque no sería bueno compararle con la patriarca, porque La Paquera era incomparable y única. Ca uno es ca uno, que dijo el torero.
Y con la segunda parte, llegó la Zambomba Jerezana que, precisamente hace unos días, ha recibido el título de Bien de Interés Cultural, para salvaguardar a través de la educación esta expresión festiva y musical vinculada al flamenco, y que constituye una de las celebraciones más genuinas de Andalucía.
El espíritu de uno de los principales impulsores y mantenedores de la misma, Fernando Terremoto hijo, sobrevoló toda la noche, con las actuaciones de su hija María, junto a Felipa la del Moreno y Rafael el Zambo. También se cantaron letras del gran poeta jerezano Antonio Gallardo, autor, entre otros temas del famoso Carita Divina y del no menos conocido Maldigo tus ojos verdes.
Con el compás vertiginoso con que se canta en esa tierra, hubo de todos los estilos. Comenzaron con Traerle ropita nueva. Siguió un popularísimo Los caminos se hicieron gloria al recién nacido, gloria. Caso curioso el de este villancico que dio nombre a un cantaor, por la extraordinaria interpretación que de él hacía. Con el Niño Gloria pasaría a los anales del flamenco.
Los hubo con temática religiosa y profanos. En Jerez, como en Campanario también se iban los quintos . En Campanario cantamos y va y va que por la calle alante, que por la calle atrás. En Jerez se canta: calle de San Francisco.
En El ramo de mariposilla de estrellas brillantes, la guitarra de Manuel Valencia alcanzó cotas altísimas, con arpegios precisos y flamenquísimos.
Hubo tiempo, con otro villancico Sirva tu cuna, para el lucimiento de Felipa la del Moreno, que con una voz rasgada y gitanísima, nos recordó que todos debemos ser una gran familia como un mensaje de paz y solidaridad. Toda una declaración de intenciones para estos tiempos convulsos que nos ha tocado vivir.
Por bulerías cantó Rafael el Zambo, primero, cortas, como son las de Jerez. Después, pisó el terreno de otros grandes como Juan Villar y Luis de la Pica. Nos trasladamos al portalito oscuro, llenito de telarañas. No faltó la pataíta final, suya y la de Jesús, que subió para sumarse a la fiesta del compás.
Resumiendo, una noche distinta, donde nos encontramos con unos artistas que vinieron a traernos un poquito de su historia a nuestro pueblo. Al final, su Navidad, llena de cantes gozosos, tiene muchos rasgos en común con la nuestra: sus canciones son un diálogo con el tiempo, con la vida y con los recuerdos. Echando mano de estos recuerdos, me quedo con la interpretación de Diciembre, todo un himno de estas fechas.
Hace muchos, muchos años, llegó a mi poder una grabación en directo, desde el teatro Villamarta de Jerez, donde Fernando Terremoto, con esa voz única e irrepetible, interpretaba un villancico que me llegó al alma. Al presentarlo, se lo dedicaba a su hija que acababa de cumplir un año.
Dieciocho años después, esa hija a la que se refería, cantó en mi pueblo el mismo villancico. Sin decirlo, también se lo dedicaba a su padre, que tuvo a bien dejarnos cuando le quedaba mucho que cantar y que contar. Con cuarenta años, se fue un artista irrepetible que supo cantarle como nadie a la Nochebuena. Pero se nos fue igual que La Nochebuena se viene / la Nochebuena se va/ y nosotros nos iremos/ y no volveremos más.
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