El jugador del Villanovense, Calatrava, pugna con Duoglas, del FC Barcelona.

Soy de pueblo

"Mi intención, no era (...) que el artículo se compartiese. Solamente quería sacar toda la ira que había causado en mi orgullo de pueblerino"

EDUARDO SUÁREZ-BÁRCENAS DíAZ

Martes, 24 de noviembre 2015, 10:37

Como recordarán, el pasado 28 de octubre tuvo lugar un acontecimiento deportivo de gran importancia para nuestros vecinos serones. El partido de fútbol de dieciseisavos de final de la Copa del Rey contra el FC Barcelona.

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Dicho acto, se esperaba como el mayor y más importante lance que nunca ha tenido un equipo modesto y guerrero como es el CF Villanovense. Si ya la ciudad o pueblo (como lo cataloga algún que otro enterado columnista de tres al cuarto) se volcó con el partido de clasificación contra el Athletic Club de Bilbao en la liguilla de ascenso a Segunda División, esta vez, pintaba como resultó. ¡Un auténtico espectáculo!

Pues bien, más allá de lo meramente deportivo, siempre hay alguien que quiere hacerse notar. En este caso, el meritorio cetro a la inmundicia informativa, fue a recaer sobre el señor Salvador Sostres, un columnista de un medio de comunicación de tirada nacional, por su patética y lamentable crónica que firmó del partido. En ella se podían leer de todo tipo de payasadas, convirtiendo dicha crónica deportiva en una sátira malhumorada de este personaje sin escrúpulos, que nunca debió acceder a las instalaciones.

Tuve constancia de dicha aberración periodística al día siguiente. No le di mucha importancia, pues no imaginé el nivel de crueldad de la misma y la falta de respeto tan brutal a los aficionados, jugadores, grupo arbitral y en general a la sociedad rural y urbana de toda España. En esas dañinas líneas se podían leer auténticas barbaridades, como que este señor encuentra deplorable jugar con un club como el Villanovense porque, y cito textualmente, «ni todo el mundo puede, ni es agradable cenar con pobres, ni puede mantenerse el orden si todo el mundo empieza a intentarlo». También tuvo tiempo el señor Sostres para arremeter contra la sociedad serona y la de los ciudadanos (bien fuesen rurales o urbanos), dándoselas de esteticién y vidente, pues para él (y su señora): «En los pueblos pasa la vida más lenta. Por eso las pieles de sus gentes son más gruesas y las facciones más duras y las miradas más penetrantes, como si a cada instante tuvieran el presentimiento de la muerte». Y no contento con ello, también quiso sacar su lado de modisto criticando el jersey del entrenador y el corte de pelo del árbitro del encuentro.

Por todo ello y algunas perlas más que este pseudoperiodista (les invito a leer su crónica para entender mejor este artículo) hizo que mis ganas de explicarle qué es la educación y el respeto, las plasmase en las redes sociales. Mi intención, no era la de alcanzar las cifras de que el artículo se compartiese casi 3.000 veces en menos de 48 horas (gracias a la colaboración y difusión de una vecina serona M. I. Pino). Solamente quería sacar toda la ira que había causado en mi orgullo de pueblerino. Lo cierto es que fue muy impactante para mí tener tal respaldo de la sociedad. Me sentí, en cierta manera, abrumado al recibir tantos elogios y felicitaciones por parte de gente que no conocía de nada. Volver a recibir mensajes de gente que creí que no volvería a saber de ellas aceleró mi corazón y las muestras de apoyo para dar más calado a mi escrito, me convirtieron en un mar de nervios. Un escrito titulado Soy de pueblo y que, gracias al ofrecimiento del HOY Campanario, quería compartir con mis paisanos. Espero que les guste:

Querido Salvador Sostres:

Últimamente, no sé porqué, me da por leer bobadas y, fíjese usted, la suya se lleva la palma.

Primeramente, me gustaría que tuviese la decencia de pedir disculpas a todos los jugadores del Club de Fútbol Villanovense, a su entrenador Julio Cobos Moreno, a los jugadores del Fútbol Club Barcelona, a los miles de aficionados que ha ofendido y, cómo no, a los cientos de miles de ciudadanos rurales de toda España, a los que ha tachado, ya no de paletos, si no de pobres ignorantes estancados en la España rural de los años 50.

Seguidamente, trataré de analizar su oda deportiva sobre el partido disputado en el estadio Romero Cuerda. Algo que me resulta un tanto vomitivo ya que, deportivamente hablando, es un fuera de juego monumental; pero bueno, es lo que ocurre cuando dejan escribir a cualquiera.

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Usted, de lo primero que habla es de «sentar a pobres en la mesa», algo con lo que usted no está de acuerdo y sinceramente, yo tampoco lo estoy. Me di cuenta de ello cuando allá por mis años universitarios, tenía que ver su cara en el plató de Crónicas Marcianas. Lástima que no pudiese prestarle más atención, pero no sé porqué, a los 30 segundos de su puesta en escena, mi ciclo intestinal hacía su llamada de indómita naturaleza y me perdía su estelar exposición (gracias a Dios).

Respecto a la respuesta de esos pueblerinos, entre los cuales me hallaba ¡Qué grandes! Horas y horas esperando para poder entrar a ese teatro llamado Romero Cuerda, y fuera, en sus aledaños, cientos e incluso miles de aficionados, curiosos y algún que otro despistado, no digo que no; vivían momentos tan increíbles que ni un bloguero como usted será capaz de manchar.

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Sí señor Sostres, un evento histórico para los villanovenses, ya que es un acontecimiento que jamás en la historia de su humilde club han vivido y, posiblemente, sea muy difícil volver a repetir (espero confundirme).

Otra cosa más, en la que sinceramente Salvador, se ha resbalado, es en lo de las caras de los pueblerinos y cómo les afecta el lento paso del tiempo y su presentimiento de la llegada del chico de la guadaña. Digamos que su pinta no es la mejor. Tiene 40 primaveras y por aquí hay abuelos con mejor color de cara que el suyo. Igual le vendrían bien unas vacaciones por las termas y pueblecillos extremeños, a ver si su gente, su gastronomía, su naturaleza y sus costumbres son capaces de, al menos, volverle un poquitín más humilde y educado.

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Respecto al jersey de Cobos, es algo que me ha cabreado muchísimo, porque tengo uno muy parecido (son prendas calentitas y se les acaba cogiendo cariño). Creo que aquí se ha pasado. ¡Qué sale en la tele, por Dios! ¿Pero usted se ha fijado en las camisas estilo Torrente que me ha llevado hasta hace dos días? Hágame un favor, simplemente busque su nombre en internet, vaya a la pestaña de imágenes y mírese.

A ver, que más ¡Ah, sí! La falta de respeto a los jugadores del FC Barcelona. Pero hombre, ¿no le da vergüenza? ¿Cómo un bloguero y columnista como usted, puede hablar así de chicos que han venido a dar lo mejor de ellos? ¿Ha releído su crónica del partido? Es más, ¿sabe usted que es el fútbol? Porque más bien, su crónica encajaría mejor en una revista de moda de tres al cuarto que no en un apartado de deportes. Es más, si fuese bueno en su trabajo, pues mire pero es que, además de ser malo, lo único que le ha hecho ser un casposo dentro del mundo del periodismo ha sido su lengua infesta de odio verbal hacia los demás.

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Para finalizar (ya que me estoy viendo arriba y como me caliente, convierto El Quijote en un relato corto), sólo señor Sostres, pedirle que tenga más educación. Esa gente que usted vio en ese gran escenario conocido como Romero Cuerda, estaba unida por una misma ilusión. Poder ver a su equipo jugar con un grande. Tan grande como ver sus sueños cumplidos, tan grande como su afición y tan grande como los miles de seguidores que los acompañaban.

No crea que soy ni aficionado del Villanovense, ni de Villanueva de la Serena. Soy de un pueblo vecino, de Campanario. Y no hago esto por llevarme miles de me gusta, ni por qué me comente nadie. No, no soy como usted que busca el reconocimiento viral de las mentes retrogradas y amargadas como la suya. Busco el alivio. El alivio de defender mi afición al fútbol, mi tierra, su gente y la humildad. Aquello que nos repetía La Juani en su spot publicitario y que incultos y poco profesionales como usted, pretenden destrozar.

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Buenas tardes y ¡aúpa villanos! y ¡Força Barça! Espero que nos regaléis un gran espectáculo a la vuelta.

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