Manuela Carmona sopló las velas de su 102 años cumpleaños

Acaba de cuplir 102 años y parece que hubiera hecho un pacto con el mismísimo diablo. Es Manuela Carmona Cañada, más conocida como 'Manolita la del Cabo. El pasado 5 de febrero sopló las velas de su cumpleaños con la misma energía que lo hiciera cualquiera de sus siete nietos o cinco bisnietos. Rodeada por los suyos, esta campanariense disfrutó de un día muy especial, donde no faltaron los regalos, las felicitaciones, ni las preguntas por el secreto de su vitalidad.

Aunque Manuela se marchó de Campanario a vivir a Mérida hace ya casi 50 años, ella se sigue considerando campanariense de pura cepa. De hecho, hace poco escribió de su puño y letra una poesía dedicada a su Virgen de Piedraescrita, a quien tiene una gran devoción.

No es lo único para lo que tiene destreza pasado el siglo de vida. Manuela cuenta con una memoria envidiable, al igual que la vista. Sigue cosiendo y leyendo casi sin necesidad de gafas, aunque, eso sí, el oído ya le falla bastante.

Como regalo hace unos días recibió un lote de diez libros de Alberto Vázquez Figueroa que está deseando comenzar. Se añadirán a su gran biblioteca, ya que según cuentan sus hijos, es una asidua lectora.

Lo describe orgulloso uno de sus cuatro hijos, Antonio. Él vive en Vitoria, pero junto a sus hermanas Elvira y Luisa, que viven en Madrid y Mérida, no quisieron perderse el cumpleaños y se dieron cita en la casa de la homenajeada. Solo faltó su hijo Andrés, ya fallecido.

Además, sus sobrinos Juan y Andrés, también acudieron a la cita familiar desde Campanario, junto a otros familiares y vecinos. «Eso sí, no fue una fiesta tan multitudianaria como con los 100 años, porque la pandemia ha querido que lo celebremos más en la intimidad», reconoce Antonio. Pero por la tarde todos disfrutaron de las tartas que fueron llegando «como la que trajeron mis primos, que era como una mesa camilla y hubo para todos».

Creativa

Su creatividad ha hecho que a Manuela no le falte entretenimiento con la decoración de abanicos o el bordado de sábanas, colchas y hasta trajes regionales cuyos dibujos han salido de su imaginación. «Todas las nietas tienen trajes y prendas bordadas por ella», comentan.

Y cuando quiere que le dé el aire se entretiene con las plantas, ya que es una apasionada de las macetas «tanto que tiene el patio como una selva», comenta bromeando el tercero de sus hijos.

Para lo único que necesita ayuda de momento es para caminar. Lo hace gracias a un andador, aunque Manolita es bastante casera. «El hecho de verse con la movilidad más reducida, porque le fallan las rodillas, hace que no quiera salir», dice su hijo. Aún así, con insistencia, da sus paseos, e incluso a veces hace la compra.

Sobre el secreto de su longevidad y buen humor solo ella lo sabe, aunque Antonio cree que el hecho de haber sido una niña de la posguerra hace que se haya «hecho dura». Pero sobre todo, el sentirse querida «yo creo que le da fuerzas para tirar adelante y el que nos sigamos sintiendo orgullosos de ella».

Felicidades, Manuela.