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Carlos Fernández está encantado con la compaía de los gatos en la ermita de Piedrasescrita. SOL GÓMEZ
Un grupo de guardianes felinos se encarga de mantener la ermita libre de molestos roedores

Un grupo de guardianes felinos se encarga de mantener la ermita libre de molestos roedores

cuidador ·

Carlos Fernández, santero de la morada de la Virgen, se encarga de alimentarlos, a la vez que le hacen compañía

Miércoles, 28 de septiembre 2022, 22:26

Quienes acuden con frecuencia a la ermita de la Virgen de Piedraescrita, especialmente en días sin mucho trasiego, seguramente se hayan percatado de los guardianes felinos que también tienen allí su morada. Actualmente, son un grupo de cuatro o cinco mininos de diferentes edades y pelaje los que fijan sus ojos en todo aquel que entra y sale del templo, casi sin inmutarse. Eso sí, aunque muy mansos, si alguien se atreve a acercarse a ellos más de la cuenta, se ponen en alerta, y desaparecen de inmediato.

De quienes no huyen, muy al contrario, es de su compañero Carlos Fernández. Desde que en 2014 empezara a ejercer sus labores de santero de la 'Barranquera' ha demostrado una especial sensibilidad por los animales «y me encanta cuidar a estos gatos, echarles un poquito de pienso y algunas sobras, que les encanta», comenta. Asegura que sufre mucho cuando alguien trata de hacer daño a estos u otros animales, al igual que cuando falta alguno de los gatos «porque hay gente para todo».

Los gatos de la ermita acuden a Carlos, el santero, siempre que lo ven llegar. SOL GÓMEZ
Imagen principal - Los gatos de la ermita acuden a Carlos, el santero, siempre que lo ven llegar.
Imagen secundaria 1 - Los gatos de la ermita acuden a Carlos, el santero, siempre que lo ven llegar.
Imagen secundaria 2 - Los gatos de la ermita acuden a Carlos, el santero, siempre que lo ven llegar.

De combinaciones cronáticas muy diversas, lo cierto es que estos gatos también consiguen tener a raya a todos los ratones que intentan entrar en el edificio. «Yo no he visto aquí nunca ninguno desde que están ellos», afirma Carlos, aunque a veces alguno trae en la boca algún ratón desde el río y lo suelta allí muerto a modo de recompensa.

Por eso, pide a quien acude a la ermita que los respete y no moleste, para que sigan formando parte del paisaje y de la vida que fluye en torno al santuario.

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