«La sonrisa de un paciente agradecido es lo que realmente compensa a un cirujano»
La campanariense Rocio Fernández, hija de 'Don Paco el médico, dedica parte de su descanso a colaborar con la ONG 'Cirujanos en Acción', a través de la cual ha estado operando en Uganda para ayudar a paliar la difícil situación sanitaria de ese país
Rocío Fernández Sánchez es una campanariense de 43 años, que es de sobra conocida en Campanario ya que es la hija de 'Don Paco el médico' y Tina. Estudió Medicina en la Universidad Complutense de Madrid. Posteriormente realizó la especialidad de Cirugía General y del Aparato Digestivo en el Hospital Universitario La Paz de Madrid. Y desde el 2007 trabaja como cirujano general en el Hospital Universitario Infanta Sofía de San Sebastián de los Reyes, en Madrid. No obstante, hace unos meses cumplió su sueño, al participar en su primer proyecto de voluntariado internacional en un país como Uganda. Toda una experiencia para ella.
--¿Cómo y cuándo decidió dar el paso de colaborar como voluntaria en un país en vías de desarrollo?
--Desde que me dedico a la medicina, he tenido la inquietud de colaborar como voluntaria en países en vías de desarrollo y, fundamentalmente, en África, que siempre me ha causado una especial atracción. En alguna ocasión mi marido, que también es médico, y yo nos pusimos en contacto con Médicos sin Fronteras, pero la cosa no salió. Después he tenido tres hijos, el trabajo… En fin, que el momento pasó aunque no las ganas de hacerlo y la idea estaba ahí, esperando que los niños crecieran y fuera más fácil. Pero la vida te da sorpresas. Por casualidad me encontré con un amigo cirujano, miembro de la 'Fundación Cirujanos en Acción'. Me dijo: «Roci, nos falta un cirujano para Uganda. ¿Te vienes?» Y le dije que sí. Dos semanas después, tras unos preparativos frenéticos, estaba aterrizando en Uganda.
--En concreto, ¿en qué ha consistido la labor que has desarrollado en Uganda?
--He participado en una misión de 'Cirujanos en Acción' cuya página web, por cierto, invitó a visitar para que la gente conozca la labor que desarrolla en Asia, América y África, a través de misiones con objetivos humildes, pero que mejoran la calidad de vida de algunas personas. Es una fundación que se dedica fundamentalmente a realizar campañas quirúrgicas en países y zonas deprimidas. Las operaciones que se realizan son hernias inguinales, patología de la pared abdominal, hidroceles,… En general se trata de intervenciones de baja complejidad que no requieren soporte intra ni postoperatorio extra, ya que los medios sanitarios en estos países son muy escasos o prácticamente inexistentes.
Nuestro equipo estaba integrado por tres cirujanos generales, un cirujano pediátrico, una anestesióloga y dos enfermeros quirúrgicos. Salimos de Madrid el 14 de septiembre de 2018, con 8 paquetes de 30 kilos cada uno, compuestos de material quirúrgico, bisturí eléctrico, medicación, etc. Tras aterrizar en el aeropuerto de Entebbe, nos trasladamos con todo el equipaje hasta Kamutur. Nueve horas de viaje infinito en una furgoneta ugandesa con pinchazo de rueda incluido. En Kamutur, una pequeña aldea rural de chozas de adobe, se encuentra el 'Holly Innocents Health Center (HIHC)'. Es un centro hospitalario privado, creado desde la nada gracias a la enorme labor de Moses Aisia, un trabajador social, que comenzó a construir el centro tras una terrible historia personal, y que proporciona asistencia sanitaria básica a toda una región del distrito. El centro es el típico hospital africano: salas grandes, una para hombres y otra para mujeres. Escasez de todo. El pabellón quirúrgico estaba en construcción, sin electricidad pero con algunas salas que nos sirvieron para montar dos quirófanos, un área de esterilización, una sala de espera y una especie de 'reanimación'. Desde la primera mañana del domingo, comenzamos con la consulta y los quirófanos. A medida que pasaban los días, lo trabajadores del centro (enfermeras y ayudantes) fueron implicándose más y más en el trabajo, con un importante aumento del rendimiento quirúrgico en cada jornada.
Operábamos desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la tarde. En las últimas intervenciones gracias a la luz de los frontales que llevábamos desde España.
En total, en 6 días, hemos realizado 95 procedimientos: 83 a adultos, de los que 34 eran mujeres y 49 hombres, y 14 procedimientos en pacientes pediátricos.
--¿Qué le ha aportado el desarrollar esa labor en un país como Uganda?
--Sinceramente me ha hecho muy feliz participar en esta misión. Soy consciente de que es una colaboración muy humilde en un continente tan deprimido. Pero creo que mejorar la calidad de vida de algunas personas, pocas, merece la pena. África no tiene mucho arreglo.
--¿Qué tal la vida en este país africano? ¿ existen muchas carencias?
-- Prácticamente solo he conocido dos cosas en el país: el 'Holly Innocents Heath Center (HIHC)' y la red de carreteras de Uganda, que la recorrimos entera. En el HIHC nos alojábamos además de trabajar. Y nuestro modo de vida era a la ugandesa. En Kamutur apenas hay luz eléctrica ni agua corriente, por lo que teníamos que usar las letrinas y acudir al pozo central a las 7.00 de la mañana con un cubo para poder realizar la ducha matinal detrás de un murito.
Además, durante nuestros larguísimos viajes en furgoneta, hemos tenido la oportunidad de recorrer Kampala y otras ciudades: la gente abarrota las calles, incluso por la noche. La basura abunda en las cunetas. Las casas están sucias, todo está sucio, deteriorado… y siempre ves gente y más gente. Algo bueno es que no se ven personas desnutridas.
--Y a nivel sanitario ¿qué tal están dotados?
--Tienen muchísimas carencias. No puedes mirar con los mismos ojos que utilizas aquí, porque entonces no harías nada. Allí con lo que hay, tienes que intentar hacer tu trabajo lo mejor posible.
--Supongo que lo que más le llena serán sus muestras de agradecimiento y de generosidad aún no teniendo tanto como nosotros ¿no es así?
--Sin duda. La sonrisa de un paciente agradecido es lo que realmente compensa a un cirujano. Hemos tenido la oportunidad de ver como pacientes abandonaban el hospital muy agradecidos y contentos, tras solucionar un problema de años de evolución que les empeoraba su calidad de vida.
--¿Le gustaría repetir experiencia en algún otro país?
--Sí, claro. Quiero volver a África.
--¿Recuerda alguna anécdota curiosa de su estancia allí?
--El último día nos organizaron una fiesta en el hospital. Estaba lleno de niños de todas las edades. En primer lugar nos hicieron un pequeño homenaje y después empezó el baile. Música africana con un ritmo increíble y todos los niños bailando como si fueran alumnos aventajados de una escuela de baile moderno. Curiosamente me agarró una niña de unos 9 años con un vestido blanco. Por cierto, la niña bailaba fenomenal. No me soltó durante las 3 horas siguientes…Yo ya no podía más…Me tuve que ir a dormir para poder escabullirme. La verdad es que fue muy divertido.
--¿Suele venir con asiduidad a Campanario?
--A Campanario voy en Navidad, Semana Santa y algunos días en verano. No voy demasiado pero me siento muy arraigada a Campanario.
--¿Qué es lo que le gusta más del pueblo?
--Lo que más me gusta de Campanario es la casa de mis padres, mi viña, que los niños puedan ir solos por la calle, juntarme con mis amigos del pueblo y tomar una cervecita. Cosas sencillas… Además, me encanta que ahora haya muchas actividades deportivas. Cuando yo era pequeña sólo había baloncesto con Don Bartolo, jajaja…
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