

Fran Horrillo
Martes, 22 de mayo 2018, 20:26
Catalina Belén López Huertas, Cati para los amigos, es una joven de 34 años que aunque nació en Campanario, ha vivido siempre en la localidad madrileña de Getafe.
Hija de Rosa María Huertas Fernández, Rosi 'Gurriato', y de Rafael López García, Rafael 'Badija', se licenció en Economía, pero pronto comenzó a ver que le interesaba el ámbito de la intervención social. Decidió estudiar Psicología y a colaborar en Acción en Red, organización de la que todavía forma parte. Ha trabajado sobre todo en la integración de jóvenes en riesgo de exclusión social.
Está muy interesada en el género, el feminismo y la igualdad, y por eso, el curso pasado estudió un Máster de intervención con menores víctimas de violencia de género. Con esos intereses, no se lo pensó mucho y desde hace unos meses está en Uganda, participando en un proyecto de voluntariado internacional, a través de la ONG Toruwu.
--¿Cómo y cuándo decidió dar el paso de colaborar como voluntaria en la ONG Toruwu?
--Además de trabajar y colaborar en distintas ONGs, me encanta viajar, por lo que hacer un voluntariado internacional siempre ha estado entre mis planes. En septiembre decidí que era el momento. Respecto a Toruwu, les encontré en Internet y me gustó su estilo. Son una ONG local de personas del propio país. Ahora además de una familia en Campanario, tengo otra en Uganda.
--¿En qué líneas trabaja esta ONG?
--Toruwu facilita el empoderamiento y emancipación de las mujeres rurales de Uganda. También han ido desarrollando otras líneas de trabajo: el apoyo a menores y personas con discapacidad.
--¿Es el primer proyecto de voluntariado internacional en el que colabora?
--Es la primera vez que estoy viviendo en otro país para realizar un trabajo concreto, pero desde Acción en Red llevamos a cabo proyectos en el campo de refugiados de Daabad, en Kenya, y en una zona rural de Guatemala.
--En concreto, ¿en qué consiste el programa en el que se ha embarcado allí?
--La idea inicial es crear una red de ayuda mutua entre mujeres, donde cada semana pongan en común las dificultades que tienen como madres de niños y niñas con discapacidad.
Desde el principio vimos como la situación de sus hijos e hijas impedía a muchas de ellas trabajar fuera de casa y, por tanto, de tener unos ingresos mínimos. Por ello como parte importante del proyecto decidimos impulsar pequeños negocios que puedan desarrollar en su propio hogar o en el entorno más inmediato.
--Creo que ahora está inmersa en la captación de fondo para desarrollar el proyecto ¿a cuánto asciende la inversión?
--Para apoyar este proyecto decidimos lanzar una campaña de crowdfunding, con la idea de sumar pequeñas aportaciones individuales. Se puede colaborar haciendo la aportación que se desee a este número de cuenta de EVO BANCO: ES22 0239 0806 7300 2042 4420
Además, un grupo de amigas de Campanario se han ofrecido a ayudarme. Ellas han organizado una campaña de recaudación, que consiste en la venta de mochilas, que tienen un coste de 4 euros. La recaudación irá íntegramente a las mujeres de Uganda. Se pueden comprar en los siguientes puntos de venta: Jara Decoración, Imprenta Artes Gráficas Guerrero, Librería Papelería Clip, Paddock Café, ASPRO Seguros y Peluquería Rosana Guerrero.
Estoy muy agradecida a este grupo de personas, porque siento el gran apoyo de la gente de Campanario.
--¿Qué le aporta el desarrollar esa labor en un país como Uganda?
--Para mí está suponiendo una oportunidad enorme de aprendizaje. Por la parte personal estoy aprendiendo a vivir con la nostalgia que produce no estar al lado de los tuyos, pero a la vez que les echas de menos, estás feliz. Por el lado profesional, estoy aprendiendo a trabajar con poco, a bajar las expectativas, a improvisar, y a buscar soluciones creativas. En Uganda aprendes a valorar aún más los derechos que tenemos en nuestro país, que a veces los damos por hecho, y estoy más convencida que debemos conservar estos servicios y derechos tan necesarios.
--¿Qué tal la vida en este país africano? ¿existen muchas carencias?
--Esta es una pregunta muy difícil de contestar. Por un lado la vida en Uganda es muy difícil, sobre todo para las mujeres y los niños, pero por otro lado, es un país de gente alegre y trabajadora, muy hospitalario.
--Supongo que lo que más le llena serán sus muestras de agradecimiento y de generosidad aún no teniendo tanto como nosotros ¿no es así?
--Aquí en Uganda recibo incontables muestras de cariño y agradecimiento. Pero la realidad es que lo que me llena es pensar que estoy contribuyendo a que este mundo sea un poquito mejor, al menos para algunas personas, en este caso para 30 mujeres ugandesas y sus hijas e hijos, y contribuyendo un poco a la igualdad entre hombres y mujeres.
--¿Hasta cuándo piensa estar en Uganda?
--En principio estoy hasta finales de agosto en Uganda, aunque en Toruwu estaré hasta julio. Las tres últimas semanas las aprovecharé para viajar por el país.
--Recuérdeme alguna anécdota curiosa de tu estancia allí
--El primer día que lavé mi ropa se sorprendieron mucho de que una Mzungu (palabra que usan para llamar a las personas blancas) supiese lavar a mano.¡Mi madre me han enseñado! Les dije. Saben que tengo lavadora, y no imaginaban que también supiese lavar ropa a mano.
Otra cosa que me hace mucha gracia es que mucha gente del pueblo que yo no conozco, saben mi nombre, y entonces me saludan por mi nombre. En Toruwu ha habido más personas voluntarias, pero actualmente estoy yo sola, así que soy la mzungu de la zona.
--¿Su intención es seguir colaborando como voluntaria en más proyectos?
--Sí sí, por supuesto hemos empezado un trabajo que solo puede dar sus frutos a medio y largo plazo, los cambios no se pueden producir en unos meses. La ventaja de internet es que se puede mantener una estrecha colaboración estando muy lejos, tanto a nivel de financiación como de apoyo técnico. Además de las personas de la organización, cuatro de las mujeres del grupo se están encargando de la gestión del mismo. Ahora es una tarea que comparten conmigo, pero la idea es que sean ellas las que dirijan el grupo en el futuro.
--¿Suele venir con asiduidad a Campanario?
--Siempre que puedo. Varias veces al año seguro, y aún así menos de lo que me gustaría. Antes pasaba todas mis vacaciones allí, pero ahora las comparto con viajar y conocer otros lugares y culturas, que me apasiona.
--¿Qué es lo que le gusta más del pueblo? ¿lo ve muy cambiado?
--Respecto a los cambios, no mucho, creo que en esencia se mantiene igual, aunque es un pueblo vivo, y la gente joven va tomando más protagonismo en la cultura y en la política del pueblo. Creo que eso es muy bueno. Y lo que más me gusta de Campanrio es el queso de la Serena jajajaja No, es broma, aunque me encanta el queso, pero sin duda lo que más me gusta del pueblo es la gente, sobre todo la mía. Tengo una familia maravillosa, con la que me encanta compartir tardes de brasero y días de viña. Campanario es un pueblo muy alegre, que sabe divertirse y atraer a los forasteros. Aunque yo no me considero forastera ¿eh?
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