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"Los campanarienses estamos muy apegados al pueblo, nos cuesta salir"

"Los campanarienses estamos muy apegados al pueblo, nos cuesta salir"

La campanariense Inés María Gallardo Caballero es en la actualidad la coordinadora de proyectos internacionales de la Universidad de Extremadura (Uex), siendo la gestión de las becas Erasmus uno de ellos

Fran Horrillo

Viernes, 26 de enero 2018, 09:14

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Inés María Gallardo Caballero es una campanariense de 47 años que reside en la actualidad en Badajoz. Estudió Filología Anglogermánica y en la actualidad trabaja en Relaciones Internacionales en la Universidad de Extremadura. En concreto es la coordinadora de proyectos internacionales de la universidad extremeña, siendo la gestión de las becas Erasmus uno de ellos.

--¿Qué le llevó a ser una alumna de ese medio centenar de jóvenes extremeños que, por primera vez hace 25 años, optaron por disfrutar de una beca Erasmus?

--Ser muy consciente de la oportunidad que aquello suponía. Sabía que era la mejor forma de adquirir el nivel de inglés que yo consideraba necesario para sentirme preparada una vez concluyese mis estudios. Mis motivos eran estrictamente académicos; desconocía los beneficios colaterales, como conocer gente nueva e interesante, nutrirse de otra cultura, que en definitiva ahora son el motor de ERASMUS. Todo eso lo fui descubriendo poco a poco aunque los comienzos nunca son sencillos.

--¿En qué país la disfrutó y qué recuerda de esa experiencia?

--Estudié en la University of Central Lancashire, Preston. Reino Unido. Realmente, como he comentado alguna vez, era un poco aterrizar en otro planeta. Clima, cultura, lengua, horarios los jóvenes no éramos tan viajados entonces ni teníamos tanta información. Todo se leía en los libros, así que mis conocimientos no iban mucho más allá del estereotipo: los ingleses toman té, son algo excéntricos y les encanta tomar el sol. Vivir allí te amplía la perspectiva no solo del país donde haces ERASMUS, sino del resto del mundo porque continuamente te relacionas con jóvenes de otros países. Creo que no tener internet te mantenía más alerta, más consciente de tu realidad. Ahora casi todo pasa en una pantalla y mi impresión es que tus propias vivencias pierden intensidadaunque supongo que los chicos que hacen ERASMUS ahora no lo compartirían. Veo en sus caras la misma ilusión que tenía yo. Pero sin duda, era diferente entonces.

--¿Se puede decir que esa experiencia le cambio la vida? ¿Por qué?

--Una experiencia así, y en esa edad, en la que estás muy abierto a otras posibilidades, siempre te cambia. Cuando cambia tu perspectiva del mundo, te sientes capaz de reorientar tu futuro, amplías tus límites. Yo elegí estudiar inglés porque aunque el inglés entonces no tenía la relevancia que tiene ahora, percibía que era una carrera más abierta a diferentes opciones profesionales. Aunque el destino natural de una filóloga era trabajar en Secundaria, conocer otro idioma me permitiría trabajar en otros países, si se daba la oportunidad. En realidad esa era mi aspiración inicial, aunque la vida después te va reconduciendo.

--¿Cómo le surgió la idea o la oportunidad de seguir ligada al programa Erasmus en la Uex?

--Fue casual. El entonces Rector de la UEx había sido mi profesor de Latín en la carrera y sabía que yo había sido alumna ERASMUS. Cuando la becaria que estaba en Relaciones Internacionales (que junto con la directora, era todo el personal que había en la oficina) se fue, pensó que yo podía ser una buena suplente. Acepté una beca de seis meses, el tiempo justo para regresar a Reino Unido como lectora. Tenía una plaza concedida en Liverpool. Con la maleta prácticamente hecha me ofrecieron quedarme en la Universidad. Y pasé por fax mi renuncia al colegio de Liverpool. Siempre me quedó la espinita, pero la vida es cuestión de elecciones. Me siento afortunada de trabajar en esto.

--¿Cuántos alumnos de la UEX han disfrutado de una beca Erasmus desde su puesta en marcha aquí?

--Soy fatal con las cifras y seguro que digo algo erróneo. Se han publicado algunas, aunque francamente la cifra exacta no creo que nadie la sepa, no conservamos datos tan antiguos. Mi estimación, teniendo en cuenta que en los comienzos se movieron un centenar de alumnos por año y que hubo años dorados de casi 500 alumnos, es que de la UEx se deben haber ido unos 7.000 alumnos al extranjero.

--De éstos ¿muchos campanarienses? Supongo que le hará una ilusión especial ver que son su paisanos

--A decir verdad, me hace ilusión todo lo bueno que pasa a la gente de Campanario. Y ERASMUS lo es. Realmente, como no pedimos el lugar de nacimiento de los alumnos, solo la fecha, supongo que se han ido muchos campanarienses que yo no conozco. A otros sí. Por ejemplo mi hermano fue Erasmus en París. Creo que para él fue más duro, al no ser de lenguas, pero adquirió un buen nivel de francés que aún conserva. De todos modos, me resultaba más fácil reconocer a la gente de Campanario en los primeros años, porque eran son solo dos o tres generaciones más jóvenes que yo. Después no tanto. Mi impresión es que los campanarienses en general estamos muy apegados al pueblo y nos cuesta dar el paso de irnos lejos mucho tiempo. Nos gusta caminar sobre seguro y una experiencia así, sobre todo hace años, era una aventura un poco incierta. No creo que la tasa de participación en Campanario sea más alta que en otros pueblos. No hay estudios al respecto, por tanto no tengo datos fiables. Desde mi experiencia, sí puedo decir que los estudiantes de Campanario tradicionalmente han sido buenos alumnos, han destacado en sus clases. Puedo contar varios alumnos distinguidos en sus respectivas carreras que son estudiantes de Campanario.

--¿Qué destinos son los predilectos de nuestros alumnos extremeños?

--Digamos que, por la cuestión lingüística, los alumnos preferirían ir a Reino Unido. Desafortunadamente, hay pocas plazas. Las Universidades inglesas están muy saturadas de solicitudes y por cuestión puramente económica prefieren obviamente tener en sus aulas alumnos que pagan sus tasas. Hablamos de una media de 9.000 libras de las que el alumno ERASMUS está exento. Por tanto, los destinos más populares son Italia y Portugal. Italia por ser un país precioso con una lengua inteligible para nosotros. Portugal por cercanía y por la importancia del portugués en Extremadura. Alemania, Francia, le siguen de cerca.

--¿Ha conocido en todo este tiempo a un alumno descontento por haber participado en Erasmus?

--Lo cierto es que no. Casi todos los alumnos que participan regresan siendo personas más formadas, más capaces. Superar ciertos obstáculos en un país extranjero refuerza la seguridad en uno mismo, la certeza de que puede enfrentarse a casi todo.

--Lo internacional está de moda y Erasmus ha adquirido una relevancia quizás inesperada en sus inicios ¿no es así?

--Sin duda. La internacionalización es ahora parte de la estrategia de todas las universidades. Cuenta con un considerable apoyo institucional y todas las universidades han creado sus servicios específicos para este fin. A estas alturas, nadie cuestiona sus beneficios. En sus comienzos no gozaba de ese estatus (no diré prestigio) y pese a que ERASMUS era académicamente más exigente, lo internacional no figuraba en las agendas políticas. Ahora sí. No sé si desde la total convicción o porque ignorar la importancia de lo internacional te retrata como alguien de miras estrechas. Nadie quiere proyectar esa imagen, menos en un contexto como la universidad.

--¿Por qué recomendaría a los alumnos universitarios participar en una experiencia Erasmus?

--Por todo lo que he comentado ya. ERASMUS te amplía las perspectivas y por tanto las opciones. Refuerza la confianza en uno mismo y te enrquece como persona. En lo académico te permite descubrir otras formas de enseñar y de aprender. Desarrolla tu capacidad crítica y, por eso mismo, también te hace valorar más lo que tienes en tu propia casa.

--¿Tiene aún margen de mejora el programa Erasmus?

--Todo es mejorable siempre y por supuesto, también ERASMUS. El programa tiene un éxito incontestable y eso es sin duda por algo. No voy a repetirme sobre los beneficios del programa, pero obviamente, hay aspectos mejorables. Empezando porque la Convergencia Académica en las Universidades Europeas, el llamado Proceso de Bolonia, no es real y eso dificulta la gestión académica. En cuanto a la gestión administrativa, el programa sigue anclado en los 90. Creo que en un momento como éste, en el que las tecnologías facilitan tanto las cosas, podría simplificarse mucho. Participar en ERASMUS resultaría menos confuso para el alumno y mucho más operativo para las Universidades. Pese a todo, ERASMUS se considera la iniciativa más exitosa de la Unión Europea y es algo en lo que tanto políticos como académicos coinciden.y eso no es fácil que suceda.

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