

Fran Horrillo
Miércoles, 28 de diciembre 2016, 09:51
Gerardo Gómez Marín es un segoviano de 50 años suficientemente conocido en Campanario. Y es que los vaivenes de la vida le llevaron a encontrar su destino en la localidad campanariense, donde ejerce como pediatra en el centro de salud desde hace ya 14 años.
No obstante, si algo caracteriza a Gerardo cuando tiene que desplazarse, por ejemplo a la ciudad vecina de Quintana de la Serena, es por conducir en la mayoría de las ocasiones coches clásicos. Una afición que le apasiona, y de la que presumió este mismo mes en la última concentración celebrada en la localidad y organizada por el Automóvil Club de Campanario.
--¿Desde cuándo le viene esa afición y ese gusto por los coches antiguos?
--Aunque sea un poquito pretencioso, casi desde que nací. Resulta que mi padre era mecánico en Segovia y yo desde pequeñito siempre me iba a su taller, sobre todo en verano cuando nos daban las vacaciones y le hacía los recados a mí padre montado en mi bicicletilla. Así, me fui empapando de todo lo que rodeaba a los coches y, de hecho, mis padres recuerdan que antes casi de hablar, me sabía las cuatro marcas de coches que había por entonces y los identificaba muy bien.
--¿Cuál fue el primer coche que se compró?
--El primer fue un Seat 127 LS de tres puertas. De hecho, lo tuve antes de los 18 años, por lo que hasta que no los cumplí no los pude conducir. Me acuerdo de su matrícula, igual que de todas las matrículas de los coches clásicos que he tenido.
--¿Cuántos coches clásicos tiene en la actualidad?
--Ahora tengo una pequeña colección de once coches. Durante este tiempo, obviamente, he ido soltando algunos e incorporando otros. Yo soy un sentimental. Cuando compro coches es porque me gusta y si lo suelto es porque realmente tengo que hacer un hueco porque no me caben más. En toda mi vida, habré podido tener unos 16 vehículos antiguos.
--¿Qué marcas o modelos son sus preferidos?
--Yo soy mucho de clásicos populares y me gustan los que circulaban por las carreteras cuando tenía 10-12 años. El más antiguo que tengo es un Mercedes 180D Ponton de 1958 y ese me lo piden para alquilarlo para algunas bodas. Luego, tengo un Seat 600 de 1962, un Seat 1400c de 1964, un Renault 4 de 1969, otro Seat 600 del 70, un Seat 124 de 1971, que es muy especial pues era de mi abuelo, una furgoneta 2 caballos, un Mini, un BMW 318i de 1984 y el último un Citröen 2 caballos de 1986 Además, tengo un Dyane 6, que de momento tengo que preparar, pues tiene trabajo por delante.
--¿Tiene entre ceja y ceja algún capricho a la vista?
--Pues me gustaría comprar un Mercedes Pagoda, un deportivo de los años 70, descapotable. De esos coches hay pocos, y su precio está entre los 20.000 y los 24.000 euros, por lo que hay que ya estamos hablando palabras mayores en comparación con, por ejemplo, un Renault 4, que puede costar unos 1.500 euros.
--¿Es una afición cara?
--Es indudable que se trata de una afición que se lleva dinero, y más si no tienes unos conocimientos mínimos de mecánica. Y es que, hoy en día, hay pocos mecánicos que entiendan estos coches, ya que lo que prima hoy es la electrónica y la electromecánica. De ahí que, los que tenemos ya una cantidad de coches clásicos considerable, lo importante es que sepamos una serie de conocimientos, porque si no es una ruina.
--Además a eso tiene que unir el rodaje, los seguros
--Si. No obstante, hay Ayuntamientos que están tomando nota de la cultura de los clásicos, y están adoptando medidas en forma de bonificaciones en el pago del impuesto de rodaje.
--¿Suele comprarlos en mal estado para repararlos después?
--Yo lo de los coches clásicos me lo tomo como un reto. Comprar un coche de este tipo en buen estado no tiene ciencia. Lo suyo es comprar un coche como esté y prepararlo tú, ya que eso en definitiva es lo que te da alegría y satisfacción. Primero hay que prepararlo para que pase la ITV y para el final dejas la apariencia estética.
--¿Y dónde guarda tanto coche?
--Lo bueno es que aquí en Campanario he encontrado un corralón que tengo alquilado a un buen precio y en el que me caben ocho coches. Por ahí tengo un respiro.
--¿Los utiliza asiduamente?
--Si, suelo sacarlos bastante. Y es que los coches antiguos se estropean más parados que circulando, por eso me gusta conducirlos y les hago una media entre 1.000 y 1.500 kilómetros al año. Hay que moverlo. Así que un día si y un día no vengo a trabajar con un coche clásico.
--¿Suele acudir a muchas concentraciones de clásicos?
--Si. A todas las que me caen en un radio de 50 kilómetros de donde vivo yo, suelo acudir con algún coche. Son eventos que aportan muchas cosas, como hacer amistades, compartir una afición, al tiempo que revitalizan los pueblos y es algo que no deja de ser cultura, pues se trata de valorar un patrimonio como son los coches. Y en este sentido, aplaudo la iniciativa del Automóvil Club de Campanario de mantener esta concentración, que espero que perdure muchos años.
--En esta afición, por lo que veo, comparte el mismo cariño que aplica a sus pacientes ¿no es así?
--El cariño es fundamental. En el tema sanitario, cualquier persona puede ser Licenciado en Medicina, pero no todos pueden ser médicos. Y eso tiene una implicación emocional, ya que tú no puedes cerrar la puerta de tu consulta a las tres y media de la tarde y olvidarte de todo. Al menos, yo me voy pensando en pacientes que he atendido y haces tuyos determinados problemas. Y ese cariño, hay que aplicarlo a todas las facetas de la vida, incluida a tus aficiones.
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