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Fernando posa con una yegua antes de herrarla.
"Es inevitable que se escape alguna lágrima el día de la romería"

"Es inevitable que se escape alguna lágrima el día de la romería"

Fernando Gómez, que es herrador de profesión, lleva saliendo desde los 12 años con su caballo el Lunes de Pascua

Fran Horrillo

Martes, 22 de marzo 2016, 19:40

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Durante los días previos a la romería, es habitual ver a los jinetes montando a sus caballos para la gran cita del año. En Campanario, la pasión por los caballos es grande, pero es en el día del Lunes de Pascua cuando los aficionados más disfrutan encima de sus monturas.

Fernando Gómez Caballero, de 45 años, es uno de esos enamorados de los caballos. De hecho, su profesión de herrero, le hace estar cerca de estos nobles animales durante todo el año. Pero ahora, ya cuenta los días para esa jornada tan especial.

--¿Desde cuándo su afición por los caballos?

--Pues desde que tenía diez años. Mi padre, estando de encargado en Zalamea, compró una yegua y me aficioné. Aunque es cierto que la afición también venía de tradición familiar, ya que mi abuelo Fernando Viruela era tratante de mulas y caballos y a través de mi madre nos llegó esa pasión por ellos.

--¿Tiene muchos caballos?

--En la actualidad, tengo seis caballos en propiedad. Montados y enganchados.

--Por su profesión, está en contacto continuo con los caballos ¿no?

--Sí. Desde hace casi veinte años me dedico a herrar caballos de casi toda la provincia. De ganaderos, de toreros Es una profesión apasionante, en la que además de lo que te da el día a día es importante la formación continua, ya que salen nuevas técnicas, nuevos productos y todo es necesario conocerlo. Yo por ejemplo, he asistido a congresos en Alemania, Italia o ahora en unas semanas iré a uno de Segovia, para herradores y veterinarios. La cooperación entre estos dos profesionales es muy importante a la hora de detectar y resolver problemas.

--¿Es importante que un caballo esté bien herrado?

--Sin duda. Una persona que no está bien de los pies, no puede rendir al cien por cien. Pues lo mismo sucede con los caballos. Mi abuelo el tratante decía, que un carro sin ruedas y un caballo cojo no sirven para nada. Por ello, es vital que estén bien herrados.

--Llega el día de la romería. ¿Desde cuándo sale con su caballo?

--Pues desde los doce años he salido siempre hasta la fecha, excepto el año que estuve en la mili en Melilla y porque no me dejaron, ya que mi intención era venir.

--¿Cómo vive un caballista los días previos a la romería?

--Pues con muchos nervios, la verdad. Lo malo es que con mi profesión, en los días previos siempre suelo tener bastante trabajo. La gente llega con las prisas de última hora y apenas disfruto con los preparativos. Por eso, de tanto correr, el día de la romería llego reventado. Aunque, sin duda, es cuando más disfruto.

--¿Cuáles son los preparativos para ese gran día?

--Como no, hay que herrar los caballos. También se les pela, las orejas y los espolones. Luego se les ducha, para que luzcan brillantes, se les hace trenzas y se montan mucho por el pueblo, para que estén preparados para la plaza. Luego, también se pone a punto la montura y hay que probarse el traje, para que no haya sorpresas para el día de la romería.

--Cuidar la estampa ese día es importante en los jinetes ¿no?

--Sin duda. Ese día, es recomendable que los jinetes vayan curiosos y no desastrosos. Hace dos años, por ejemplo, vinieron dos chicas de fuera vestidas de rosa, con las monturas y los cabezones blancos en un caballo negro. Parecía algo muy americano y a mí personalmente no me gusta. Aquí, los jinetes de Campanario solemos ir al estilo andaluz, con trajes cortos y más sobrios. Es una tradición que trajeron los tratantes del pueblo, que tenían mucho contacto con Andalucía.

--¿Cómo describiría ese momento en el que accede a la plaza?

--Pues es muy emocionante. Los caballos se ponen nerviosos y tú con ellos. Con tanta gente, entre ellos familiares y amigos, es inevitable que se escape alguna lágrima el día de la romería al pasar por la plaza. Y más si vas acompañado de tu hijo o tu mujer compartiendo afición, como es mi caso. Además, yo soy de los que va a caballo ya durante todo el día de la romería y el día siguiente de la Caseta, siempre que el tiempo acompañe.

--¿Qué tal calidad de caballos hay en Campanario?

--Es muy buena. Aquí hay caballos de gran calidad, que además van al paso y están domados. Además, a los jinetes les gusta ir preparados.

--¿Qué recomendaciones daría a los jinetes que vengan a Campanario el día de la romería?

--Lo primero que tiene que ser un jinete, es un caballero y respetar a la gente que va a pie. Sobre todo eso. No puedes entrar, como he visto alguna vez, dando saltos con el caballo, sin controlar al animal. No se puede hacer la cabra, pues hay mucha gente y se puede crear un problema. Y luego respetar a la gente del pueblo. Igual que cuando nosotros vamos a Navalvillar de Pela en San Antón y, por ejemplo, respetamos su atuendo y no hacemos más de lo que haga la gente de allí. Por último, yo quitaría la música tan alta que ponen en la plaza. Los caballos van muy tranquilos, pero cuando están en el callejón para entrar a la plaza, se ponen bastante nerviosos ya que la música tiene un volumen excesivo. Eso debería controlarse.

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