Borrar
María Gallego muestra algunas de las muñecas de su colección. S. GÓMEZ
«Disfruto colocando mis cientos de muñecas, aunque también me dan mucho trabajo»

«Disfruto colocando mis cientos de muñecas, aunque también me dan mucho trabajo»

PASIÓN ·

María Gallego cuenta con una colección de cerca de 400 muñecas de todas las épocas, que ha ido recopilando a lo largo de su vida.

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Lunes, 28 de junio 2021, 18:32

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

A María Gallego era raro verla de pequeña jugar sin una muñeca cerca. Si le preguntaban cuál era su juguete favorito, no tenía ninguna duda al responder: una muñeca. Sin embargo, ya de adulta sigue manteniendo esa misma pasión que le hace sentirse como una niña. Y es que la pasión por las muñecas ha ido creciendo en ella con los años hasta el punto de acumular en su casa centenares de ellas.

«No las he contado, pero un día mi hijo hizo un cálculo a ojo y me dijo que hay cerca de 400 muñecas», señala esta campanariense que recibe con gran ilusión cuando alguien le trae una nueva Barriguita, Nancy, Barbie, Nenuco, Rosaura, Chaveli o cualquier muñeca de fieltro o trapo. «Si es que a mí me gustan todas», asegura mientras explica que la mayoría han sido regalos, aunque muchas otras las ha ido comprando.

Cada año acude a la Feria del Coleccionismo que se celebra en Villanueva de la Serena, «pero no para vender las mías, sino para comprar alguna que no tenga».

Al igual que de niña muchas de sus muñecas iban pasando a sus hermanas, ya que eran una familia de diez hermanos, ahora a ella también le llegan estos juguetes que ya no usan sus sobrinas o incluso sus nietas. Precisamente, estas últimas son quienes más disfrutan contemplando la colección que atesora su abuela en una habitación del pueblo.

Y es que para su particular colección cuenta con un cuarto donde no hay ya muchas más posibilidades para poner una muñeca, por pequeña que sea. Sobre la cama, en la mesita de noche, por las estanterías… Cualquier lugar es susceptible de poner una nueva muñeca, muchas colocadas en varias filas paralelas para que cojan. «Todos los días entro en la habitación y me gusta mirarlas un rato, y disfruto mucho», cuenta María, mientras reconoce que también le dan bastante trabajo. Y es que mantener la habitación limpia no es tarea fácil. «De vez en cuando les paso un paño húmedo en las que se pueden mojar y el resto les doy con un plumero», asegura. Incluso, las cambia de vestidos que ella misma confecciona o las cambia de sitio. Todo un entretenimiento del que está muy orgullosa.

Algunas de las muñecas de la colección de María.
Algunas de las muñecas de la colección de María. S.G.

Los favoritos

Entre sus favoritos está un muñeco bebé, casi de tamaño real, «que es de los que más me gustan, no me preguntes por qué, pero tiene una carita muy bonita y le tengo cariño», reconoce.

Su colección no para de crecer y tampoco se pone límites. De las últimas en ocupar su sitio en la habitación es una muñeca de Comunión antigua que le dio su hermana. Y entre las más antiguas está una Barbie de las primeras que salieron, que es muy diferente a las actuales, y que va de enfermera.

Y si a María le gustan las muñecas, las casas hechas en miniatura para ellas no se quedan atrás. También cuenta con varias casitas de muñecas en otro cuarto, en las que ella misma va haciendo los muebles y los objetos que hay dentro. Son verdadera obra de arte, ya que algunos son de tamaño diminuto, en contraste con su creatividad, que es enorme, puesto que muchos de los objetos los hace reciclando cajas, telas o cualquier material que va atesorando «porque siempre pienso que para algo servirá», dice.

Para ella no hay muñeca fea, vieja ni en edad de jubilación. «No tiro ninguna, y si viene rota o hecha polvo, ya me encargo yo de prepararla», cuenta. Su dilema no es tanto ahora el de encontrar un espacio donde seguir metiendo muñecas, que también, sino el pensar qué pasara con toda su colección cuando ella no esté. «Mis hijos me dicen que más que una herencia les voy a dejar un castigo», ríe esta peculiar coleccionista, mientras reconoce que le gustaría que, en un futuro, sus muñecas siguieran haciendo sentir a alguien como una niña, como ahora hacen con ella.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios