Desde hace dos años, un campanariense, Fray Sebastián Ruiz, está al frente de los designios del Real Monasterio de Guadalupe, que tantos peregrinos ha acogido estos días con motivo de la festividad de la Patrona de Extremadura. Su labor como guardián del monasterio es intensa y más en estas fechas.
--¿Cómo recuerda su niñez?
--Nací hace 52 años en una casa del barrio de la Noria en una familia sencilla y laboriosa. Mis mejores recuerdos y mis mejores cariños son de ese trozo castizo de mi pueblo donde la vecindad y la familia se confundían, viviéndose todas las circunstancias como propias. La escasez no era necesidad, pero sí nos enseñaba a compartir lo que se tenía. Los corrales grandes de casa y la empleitería de mi Elvira eran mi lugar de juegos y aventuras, y mis vecinas las "Uvas" las sufridoras de mi música en la siesta. Fabriqué una batería a base de cacerolas viejas y tapaderas de sartenes de la "espetera" de la cocina de mi abuela y entre eso y un fuerte de madera con indios de plástico y el séptimo de caballería, heredado de mi hermano y que tenía despintado el azul, fue discurriendo mi infancia.
Cuando el carro de las sardinas pasaba por mi calle, desde Matapalo, mi madre (fundamental en mi vida) me levantaba para ir a misa de siete al convento de las Clarisas donde ejercía de monaguillo y donde probé los primeros recortes de hostias y los mojicones que me ponían en el torno. El parque y otra forma de vivir, nuevos amigos y diversiones nuevas. Castuera y su instituto. Internado en Mérida y Universidad en Cáceres. Vuelta a Campanario, de donde nunca he salido, y experiencias gratificantes con un grupo de fe "brotes de olivo" que seguimos constituyendo una familia que nos hace sentirnos en continuo crecimiento, gracias a las Hermanas de la Providencia y su "providencial" encuentro con aquellos jóvenes inquietos.
A medida que pasa en tiempo, y ya no soy un niño, vivo más intensamente mis recuerdos, tanto es así que mis vacaciones las paso dando grandes paseos por el pueblo y recordando tiempos y lugares que han pasado, pero que están grabados en el recuerdo y en el corazón. Son tantas las experiencias y tantos los recuerdos que necesitaría un libro para expresarlos, pero mejor no. Hay cosas que sólo se reviven dentro de uno mismo.
Ingresé en la Orden Franciscana ya talludito, y he tenido diversos destinos. Algunos me han marcado definitivamente, como el paso por la barriada de Palmete en Sevilla, trabajando en medios "duros" de periferia y en Proyecto Hombre -espacio para compartir todo y echar una mano a muchos- y en la Parroquia de Umbrete en el Aljarafe sevillano junto con una estancia en el Santuario de Loreto. Después he desembarcado en Guadalupe, lugar emblemático para todo extremeño, con intención de servir a esta tierra en estos tiempos difíciles.
--¿Cómo le surgió la vocación?
-- No creo en la vocación como un momento "mágico" donde oyes una voz que te llama físicamente. Para mí la vocación ha sido un itinerario de discernimiento en mi vida con épocas de desierto y tiempos de gracia, ayudado por hermanos y hermanas que han ido enriqueciendo mi vida de fe. Me costó trabajo dejar casa y familia -porque a mi familia la adoro- pero era ya un momento de madurez y era necesario para crecer. Y así fue como vine a dar con la fraternidad Franciscana que me acogió.
--¿Siempre quiso trabajar al servicio del Real Monasterio o fue algo que surgió en su vida?
--No. Nunca más lejos de mi idea en la vida religiosa que llegar a Guadalupe. No era un lugar en el que tuviera puesto mis intereses. Pero un voto, que se llama de obediencia, me trajo hasta aquí. Hoy sigo sin entender cómo llego hasta esta Casa de Santa María de Guadalupe, pero aquí estoy intentando trabajar por ella y por los que con nosotros, los frailes, trabajan en ella, que son muchos y por hacer agradable la estancia a los que llegan hasta aquí.
--¿Cuál es la función del guardián?
--Difícil. Es un trabajo complejo, que abarca muchos aspectos, y que no siempre es gratificante, más si se tiene en cuenta lo limitado que es el que suscribe. Es de coordinación, animación, gestión, relación, búsqueda de ayudas para mantener este "Patrimonio de la Humanidad" que tantos recursos necesita y al que a veces siento abandonado por los que pueden y deben ayudar, y son copropietarios. Me refiero, como es lógico a las instituciones públicas encargadas de velar por ello.
--Siempre ha habido bastante tradición de campanarienses que han pasado por el monasterio. ¿Me recuerda algunos?
--Sí que han pasado campanarienses por Guadalupe. Unos han vivido y trabajado sencillamente en las tareas propias de un monasterio o convento. Otros son paradigmas de vida religiosa y cultural. Me refiero a uno remoto, el P. Francisco de San José, prior jerónimo de esta casa en el siglo XVII, hombre de actividad, empuje y cultura. Escribió mucho y se le conoce por dos historias que escribe. Una la de la Virgen de Guadalupe, otra la de la Virgen de Piedraescrita, además de por el empuje en construcciones y pinturas que da al Monasterio. Hay otro fraile, ya franciscano bien conocido por todos, Fray Sebastián García que ha potenciado la cultura y devoción Guadalupense de forma extraordinaria y al que se le deben multitud de libros sobre temática de Guadalupe. Vivo aún, aunque ya mermado por los años, sigue teniendo esa "chispa" propia de Campanario.
--¿Cómo es un día normal allí, dentro del monasterio?
-- El día normal empieza a las 7,30 con el rezo de Laudes. Allí nos vemos por primera vez las caras y a partir de ahí comienzan los trabajos que cada uno tiene asignado. Somos diez frailes -entre ellos dos más de Campanario- y desde la atención a la Basílica, parroquia, biblioteca, hospedería, administración, clases en un instituto, acogida de peregrinos... va llenándose el día que acaba a las 9,45 de la tarde con el rezo de Vísperas y la cena. Unos momentos de recreación y al descanso, que el día siguiente es fuerte otra vez. No están los días estrictamente reglados, pero no difieren mucho unos de otros.
--¿Qué le diría a todos aquellos que consideran que la vida monacal es aburrida?
--Bueno, nosotros no somos monjes, somos frailes. Hay una distinción importante aunque el que no esté metido en este mundo no haga mucha diferencia. Para nosotros, y en palabras de San Francisco de Asís, "nuestro claustro es la calle, el mundo". Un monje tiene como elemento fundamental de su vida la clausura, entre otras cosas y nosotros no. Pero hay además otras distinciones entre unos y otros. Lo que sí creo es que nuestra vida, como la de los monjes, no es aburrida ni mucho menos. El día se llena de la actividad, del trabajo, de la oración, del encuentro, de la acogida... ¡y se pasa volando! Más cuando das un sentido cristiano a todo lo que vas haciendo. Quien tenga la idea de aburrimiento o inactividad está en un error.
--¿Cómo se vive dentro del monasterio la crisis que azota al país?
--Atónitos, disgustados, doloridos...pero no podemos perder la esperanza. Hemos llegado a un punto inesperado e inimaginable hace unos años. Pero ha llegado ¡y de qué forma! Hoy hay muchos "videntes" que lo preveía, ¡a toro pasado! Es cierto que hay causas que hoy vemos. Las veíamos pero no queríamos caer en la cuenta del engaño. Es cierto que se ha abusado, especialmente por parte de aquellos en los que los ciudadanos ponemos nuestra confianza y no han sabido estar a la altura. Es cierto que se ha robado sin cuento, que se ha despilfarrado, que se ha abusado, que se ha gastado en infraestructuras carísimas y algunas inservibles, es cierto que se ha hipotecado a la sociedad, a veces con dolo. Es cierto, y es lo peor de todo, que las consecuencias las están pagando los más débiles, procurando soluciones que no entiendo. Guadalupe, el Monasterio, tiene una fuerte función económico y social en la Puebla. Muchas familias trabajan dentro de estos muros y la situación es la que es. Pero hay planteamientos meramente económicos que no cejan nuestra intención de seguir empujando el carro en sentido solidario.
--¿Qué opinión le merece la pertenencia actual de Guadalupe a una diócesis que no es extremeña?
--La Virgen de Guadalupe es extremeña y Patrona de Extremadura. Con ella caminamos y nos ilumina. Lo del tema de las diócesis es más complicado y se tendrá que decidir en otros ámbitos.
--¿Emociona tanta devoción por la Patrona extremeña?
--Es inimaginable la cantidad de personas que pasan por Guadalupe y con criterios e intereses bien distintos. Hay una gran devoción de gente sencilla, de nuestros pueblos, que son las que hacen Guadalupe y ese río de gracia que nace de Ella. Guadalupe sigue siendo, como dijo nuestro paisano Reyes Huertas, el corazón de Extremadura.
--Aunque para devoción la que se le profesa a la 'Barranquera'....
--Es que decir Piedraescrita es que afloren los mejores sentimientos en cualquier hijo del pueblo. Son muchos momentos vividos en torno a esa Imagen de la Virgen, mucho campanario junto en los momentos de compartir paisanaje, mucha unión... es lo mejor del pueblo y lo que nos identifica como tal. Por supuesto que Campanario no se entiende sin esa devoción acendrada y sencilla a la 'Barranquera'.
--Pese a vivir en la villa cacereña, veo que sigue teniendo muy presentes a sus paisanos ¿no?
--¡Siempre! Son mis raíces, los mejores momentos (también los malos). Los amigos (muchos y buenos). La familia (cada vez más huérfano) que nos seguimos queriendo y disfrutando. Campanario y sus gentes son para mí fundamentales, especialmente en esos momentos de fiesta junto a la Virgen. No puedo renunciar a un día de romería en los barrancos, a estar en la entrada, a vivir la feria y la procesión... Son acontecimientos que me llenan de alegría. Lo mismo que me alegra cuando me cuentan éxitos de algún paisano, o el trabajo de otros por la cultura, o la vida activa de la parroquia, o la recuperación de algún bien importante para el pueblo, como ahora la ermita de los Mártires. Todo lo bueno que ocurre a Campanario, me alegra enormemente.
--¿Qué valora más de su pueblo?
--La "chispa" que tiene. El saber salir de los "atollaeros" con gracia. La sencillez de los más. La laboriosidad. El apego al "terruño" sin tonterías pero verdadero cariño. Campanario tiene muchos valores, también tiene que progresar en otros. Quizá sea poco "arrojao" en abrirse a modos nuevos, demasiado conservador y da pena pues tiene potencial. Quizá la cercanía de pueblos grandes, hace que desatendamos nuestros comercios locales o empresas y eso no es bueno para un pueblo como Campanario que demostró con esa magnífica feria de muestras, que puede progresar y que quiere hacerlo.
"Campanario no se entiende sin esa devoción sencilla a la 'Barranquera'"
El campanariense está desde hace dos años al frente de los designios del Monasterio, que estos días se ha llenado de actividad y visitantes

ENTREVISTA A FRAY SEBASTIÁN RUIZ-Guardián del Real Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe
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