
La fugaz revolución libertaria que vivió por unas horas el campanariense Juan García
REVOLUCIONARIO ·
El joven participó en el amotinamiento en Villanueva de la Serena que le costó la vida con 23 añosREVOLUCIONARIO ·
El joven participó en el amotinamiento en Villanueva de la Serena que le costó la vida con 23 años¿Qué pudo pasar por la cabeza de siete jóvenes jornaleros, aquel 9 de diciembre de 1933, para que creyeran en la posibilidad de instaurar el comunismo libertario en Villanueva de la Serena, en plena II República? Esa es la pregunta a la que el investigador y profesor Antonio Molina Cascos trata de dar respuesta en su último libro titulado 'La insurrección revolucionaria del sargento Sopena. Villanueva de la Serena, 1933'. Hay algunas luces, pero sobre todo muchas sombras sobre este hecho histórico que tuvo una gran repercusión política y también mediática en todo el país, pero que con los años se ha ido desvaneciendo.
No fue un hecho más, puesto que atemorizó a todo un pueblo y se cobró la vida de casi una decena de personas, entre ellas la del cabecilla del levantamiento, el sargento Pío Sopena, y la de un joven de Campanario, Juan García Casco, con solo 23 años.
Muchas visitas a archivos y hemerotecas han sido necesarias para que Molina pueda desgranar lo ocurrido, aunque no ha sido fácil conocer qué paso en aquellas poco más de 24 horas en las que los villanovenses vieron cómo la ciudad fue blindada por un destacamento militar procedente de Badajoz, la Guardia Civil y por la Guardia de Asalto. Desde sus casas, los vecinos escuchaban con temor los disparos y los cañonazos que impactaban contra la fachada de la Caja de reclutas, que hoy acoge el Hospital de Santa Justa. Y es que, precisamente, ese fue el lugar en el que los militares rebeldes a la República se hicieron fuertes atrincherándose para resistir el enfrentamiento, recoge el libro.
El caldo de cultivo
A partir de ahí, Antonio Molina, bucea en el antes para conocer las causas que llevan a un sargento de Infantería a tomar esa determinación. El profesor contextualiza que las elecciones habían sido en noviembre de 1933, en las que había ganado la coalición conservadora de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) junto con el partido republicano radical de Alejandro Lerroux.
Antes, el sindicato anarquista CNT había llamado a la insumisión al voto, y después a la insurrección contra el gobierno. Llamamiento que Pío Sopena llevó al pie de la letra en Villanueva. «Una tormenta en medio del tsunami que ocurría a nivel nacional, que solo sirvió para que Villanueva viva, analizando el contexto en que se desenvuelven los acontecimientos del amotinamiento insurreccional, que al fin y al cabo no llegan ni a 48 horas porque se amotinan un sábado por la noche y el lunes por la mañana ya está resuelto», explica.
Conocido el atrincheramiento, que se había venido cociendo en encuentros en la Casa del Pueblo o el Café Liceo, entre otros, donde Sopena buscaba adeptos a su causa, las fuerzas del orden no se hicieron esperar y tampoco el ataque «que acabó con la muerte de dos guardias civiles y de siete de los ocho amotinados, porque hubo un superviviente que logró escapar después de hacerse el muerto».
Insurrecto campanariense
Entre esos caídos se encontraba el campanariense Juan García Casco. De todos los asaltantes, salvo el sargento, él era el único que no había nacido en Villanueva, aunque sí residía en la ciudad. Según recoge el libro «era natural de Campanario y sus padres se llamaban Francisco y Antonia, jornalero de profesión y estado civil soltero».
Molina recoge que este joven quedó excluido del reemplazo de 1931 por hernia e insuficiencia en su desarrollo general orgánico, siendo su perímetro torácico de 70 centímetros y medía 1,58 metros.
«Su cadáver fue encontrado en un pequeño habitáculo (retrete) donde se refugió en los últimos momentos de la insurrección. Oficialmente murió a consecuencia de disparo de arma de fuego», concluye. El autor de la investigación apunta que el juez que lo firma no es un juez civil, sino militar, por haberse encontrado el cadáver en las dependencias militares y por lo tanto, bajo su jurisdicción.
Hace hincapié en la causa de la muerte en su partida de defunción, en la cual pone 'Disparo', pero parece que ha sido enmendado. Abajo también aparece «Sobre raspado Disparo vale». Molina se pregunta que querrá decir esa rectificación e incluso cuestiona que pudiera haber sido manipulada.
Juan García apareció junto a otros tres hombre en ese «retrete o estercolero», entendiendo desde las filas socialistas «que allí se cometió un asesinato y no una muerte en defensa propia», señala el investigador.
Pero una vez más vuelve en este libro a sonar el nombre de Campanario relacionado con la insurrección, esta vez al hablar de los detenidos. La gran mayoría de los detenidos eran de Villanueva, pero también de otros puntos de la comarca que eran simpatizantes de las izquierdas, advierte.
En los 24 implicados en la acción revolucionaria y que fueron detenidos, se habla de Diego Gallardo, vendedor de pimentón y natural de Campanario. «No olvidemos que uno de los ocho revolucionarios fallecidos era de esta localidad próxima a Villanueva», recuerda el autor.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Encuentran a una mujer de 79 años muerta desde hacía varios días en su domicilio
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.