«Es difícil calcular cuánto pan hay que hacer, porque ha cambiado el tipo de consumo»

El de panadero es uno de esos oficios por vocación, y Juan y Francisco Gallardo lo llevan en los genes. Ellos, junto a Pilar y Carmen, llevan un negocio familiar que estos días se enfrenta igualmente a la grave crisis sanitaria que ha alterado su forma de trabajar.

Y es que, a pesar de que el pan es un alimento de primera necesidad ha cambiado tanto la frecuencia de compra como la cantidad de su consumo. Como explica Juan, ahora la gente se lleva pan para varios días, para salir menos de casa por miedo al contagio, por lo que no es fácil calcular los panes que hay que hacer diariamente.

«Hay días que vamos muy justo y otros muy largos», comenta este panadero, al tiempo que asegura que la gente está consumiendo más pan durante el confinamiento. Él lo nota y sabe que estando en casa se come más «y además, como no salimos fuera a comer, pues todos los días se consume», apunta. Y lo mismo ocurre en el resto en las otras tres panaderías que hay en Campanario.

Eso sí, Juan se lamenta por las pérdidas de ventas que están teniendo al estar los bares y restaurantes cerrados. «Diariamente, elaborábamos unos 50 bollos para restauración que ahora no están saliendo», dice. Y lo mismo ha pasado con la Romería de Piedraescrita y la Semana Santa suspendida, que son muchas ventas que se han perdido porque, además, tampoco han venido al pueblo los emigrantes. En cambio, sí que han notado un repunte en las ventas de harina y de levadura «porque ahora todo el mundo quiere hacer dulces en casa».

Ellos, como muchos otros, están haciendo reparto a domicilio «sobre todo para la gente mayor, para que no tengan que salir de casa», y siempre con las medidas de seguridad.