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Labranza con mulas. CEDIDA
Diego Caballero dedica un poema a la antigua labranza de la tierra con mulas

Diego Caballero dedica un poema a la antigua labranza de la tierra con mulas

Lunes, 22 de febrero 2021, 20:23

El campanariense afincado en Fuenlabrada, Diego Caballero Huertas, no se olvida de sus raíces y mucho menos de las costumbres de antaño.

Estas son muchas veces una fuente de inspiración para sus poesías y sus escritos que tanto gustan a sus paisanos.

La última está dedicada a la labranza de la tierra y al modo en que se llevaba a cabo cuando los medios mecánicos eran escasos o al alcance de pocos.

CUANDO SE ARABA CON MULAS

Movido por el destino a las seis de la mañana, vislumbro un nuevo camino dando un salto de la cama.

Ayer terminé en los charcos hoy me iré a las majaillas lo normal es dar un salto y volver a la jasilla.

No reconozco ni quiero probar otra forma de vida, todos mis buenos colegas saben que nobleza obliga.

Poco a poco me he centrado según preparaba el ato, son tantos los achiperres que siempre me lleva un rato.

Los romos están nerviosos les han despertado los ruidos, ya no esperan otra cosa, muy pronto serán uncidos.

Sobre la fuerza heredada nunca el labrador pregunta, siente que algo le empuja a vivir junto a la yunta.

Nos salimos a la calle, con todo ya preparado, en la puerta nos espera nuestro más preciado arado.

Hoy la calle tiene luz radiante cielo la cubre la borrasca se ha marchado no hay temor a que se nuble.

La noche pasa en la calle la robusta vertedera, enganchamos y nos vamos buena huebra nos espera.

Un día tras otro me enfrento no me pregunto ni dudo sobre esta rutina sórdida envuelta en trabajo rudo.

Si lo tomas con humor y te ríes de tu sombra, el día se te hará más corto si cantas como la alondra.

Han pasado ya diez meses sin tiempo ni pa enfermar, recogemos sendas mieses para volver a empezar.

Las esposas y los hijos, ausentes a esta labor, ignoran los avatares que sufre el agricultor.

Por bueno que sea un trabajo tiene sus dificultades, en las faenas agrícolas las tienes a centenares.

Encuentras su lado oscuro cuando empiezas la jornada, cuando llega el medio día hay un sol que te achicharra.

Y si no te gusta la lluvia, ni el calor que ayer te hizo, prepárate buena manta que mañana habrá granizo.

Un día el agua es menuda no impide seguir arando, si se te olvida la capa ese día te llueve a cántaros.

Cuando el viento te da de cara y graniza con obsesión, el esfuerzo que hay que hacer lo sufres que es un primor.

Gracias a Dios que se fue pesado y duro tormento, si ya te sientes cansado te llena de abatimiento.

Has pasado a duras penas el invierno y primavera, cuando encerraste la paja te invitan a coger peras.

Solo te quedan dos cosas: el trabajar con la luna y para rematar el año en diciembre la aceituna.

En el campo así trabajaban cuando yo era un muchachón mi padre lo soportaba con paciencia y buen humor.

Si mi padre y sus amigos un día faltaban a clase, los fieles y dignos mulos lo sentían como un desastre.

Los titanes de este tiempo merecen un homenaje ni sus hijos ni sus nietos pagaron tan duro peaje.

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