El ruido y la salud
«En nuestro pueblo ya no escuchamos al labrador que, cantando tras la yunta de mulas, abría los surcos de la besana regados con su sudor, ni al albañil tararear sobre el andamio de palos cruzados»
fernando gallego gallardo
Lunes, 20 de noviembre 2017, 10:40
La vida del ser humano siempre ha estado rodeada de sonidos. Es el canal de comunicación con nuestros semejantes y entre la mayoría de los seres vivos.
En épocas pasadas los ruidos de nuestros pueblos y de sus entornos eran naturales, procedentes del medio ambiente y de aquellas actividades o quehaceres desarrolladas por los lugareños en sus tareas agrícolas, ganaderas, artesanales o de la incipiente industria. El sonido y el silencio se combinaban de forma fácil, comprensible y armónica.
Echamos de menos, como regalo al oído, el murmullo de los arroyos y de los ríos con el croar de las ranas en sus orillas y el crujido de las hojas secas en la templada estación del otoño; el canto del grillo y el de las aves salvajes de nuestros campos; el gorjeo de las golondrinas en los cables del tendido eléctrico y el de los tordos en los caballetes y chimeneas de nuestras viviendas en la primavera, sin olvidar el crotoreo de las cigüeñas en los nidos que coronan las torres, los sonidos en los altozanos e incluso las fiestas populares que son ya prehistoria.
En nuestro pueblo ya no escuchamos al labrador que cantando tras la yunta de mulas abría los surcos de la besana regados con su sudor, ni al albañil tararear sobre el andamio de palos cruzados, ni la sierra o la gubia del carpintero moldurando la madera, tampoco a las mujeres en los lavaderos de las viñas enjabonando y restregando la ropa o en sus tareas domésticas y, aún menos, en las pleiterías que trenzando el esparto entonaban canciones aprendidas u otras a las que ocasionalmente aplicaban letras por cualquier motivo o acontecimiento que sucediera en el pueblo.
El bronco rugido del tractor, la monótona hormigonera, el estridente martillo taladrador, el zumbido de la serradora elétrica apagaron las voces de campesinos y artesanos que se acompañaban con sencillas melodías entre tanto cumplían con sus diarios quehaceres. Lejos van quedando las tradiciones y raíces.
La contaminación acústica se produce por el exceso de sonido que altera las condiciones normales del ambiente en un determinado lugar o zona. Esta alteración nociva no solo se produce en las ciudades; tambien en Campanario estamos expuestos a niveles sonoros que pueden afectar al estado de ánimo y calidad de vida de la población.
El estrépito de la motocicleta "pedorreta" que parece solo servir para producir ruido y malestar, y otras con el escape trucado solo al gusto del jovencito para pavonearse escandalosamente. El aumento considerable de coches con música a todo volumen, en algunos de ellos para dejarse oir, así como gritos y voces de viandantes en horas nocturnas y el ruido producido en establecimientos públicos en fines de semana y festivos, suponen conductas insolidarias y carencia de educación y civismo contrarias al derecho al silencio planteando, en ocasiones, problemas de convivencia. No obstante, la susceptibilidad frente al ruido no produce la misma reacción en las personas, dependiendo de la fuente productura. Unos sonidos son aceptados por unos y otros son rechazados por otros.
Según informe de la Organizaciòn de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), España es uno de los países de mayor nivel de ruido ambiental.
De las enfermedades que puede causar la contaminación sonora se encuentran: insomnio, estrés, depresión, problemas de aprendizaje, afonía, fatiga auditiva y sordera.
La intensidad del ruido se mide en decibelios: el mínimo está en cero y el máximo está en 120, cifra a partir de la cual el ruido es altamente dañino. Existen lugares donde se superponen los ruidos producidos por varios elementos, por ejemplo en bares y lugares de ocio: televisión con alto volumen, música de fondo y conversar en voz alta para poder entendernos.
En definitiva, el control del ruido en el medio ambiente es responsabilidad de todos dada la importancia que tiene para la salud y el bienestar común.
Es necesario conocer la legislación al respecto para poder denunciar los abusos en esta materia.
Para pensar: Moderando los ruidos protegemos nuestra salud.
El ruido se oye, sus efectos se silencia.
Las personas son como la música, unas son todo poesía y otras solo
ruido.
Si quieres ayudar a evitar la contaminación sonora empieza por ti.
Cuando el ruido está presente, el descanso está ausente.
El ruido es capaz de transformar el fin de semana de descanso, en un
tormento para muchos.
De acuerdo con la basura que produces y del sonido que haces se
conoce parte de tu personalidad y tu modo de vida.
Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que
destruye, hay millones de caricias que alimentan a la vida (F.Cabral).
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