"La gente de Cádiz y de Campanario se parecen en su alegría y sus ganas de fiesta"

No obstante, durante el año también son varios los paisanos campanarienses que residen en Cádiz. Uno de ellos es Andrés Trenado Blanco, un vecino de Campanario de 66 años, que preside desde hace unos meses la Casa de Extremadura en Cádiz, y que aprovecha el verano para volver a reencontrarse con sus raíces en su pueblo natal.

--¿Cuántos años residiendo en Cádiz y por qué motivo recaló allí dejando su Campanario natal?

--Como muchos paisanos, no encontré en el pueblo la oportunidad de subsistir a través de un trabajo y por eso en el año 1969 me presenté a unas oposiciones de Telefónica, que aprobé. A partir de ahí, pasé ocho meses en Zaragoza, otros cinco meses en Madrid, luego recalé en Jaén, y desde entonces no abandoné el territorio andaluz que, por cierto, me gusta mucho, pues entre otras cosas los andaluces tienen muchas cosas en común con los extremeños. En Jaén estuve desde el año 1970 hasta 1984, con un intervalo de dos años que estuve en Don Benito, pero no me adapté y volvimos a tierras jienenses. Allí conocí a mi mujer, que es de Jerez de la Frontera, con la que me casé y tuvimos dos hijos. Y fue en 1984 cuando coincidió que salieron traslados tanto para mi mujer como para mí para marcharnos a Cádiz. No lo dudamos y decidimos liarnos la manta a la cabeza y nos marchamos. Y desde entonces, residimos en tierras gaditanas, donde ya nació mi tercera hija.

--¿En concreto, en que ciudad reside en la actualidad?

--Vivimos en Cádiz capital. Para mi Cádiz tiene mucho encanto, no sólo la capital, sino toda la provincia. Tiene rincones preciosos y encantadores en la parte de la costa, de la sierra

--¿Qué más echa de menos de su pueblo Campanario en tierras gaditanas?

--Por supuesto, el ambiente de los amigos. Yo, afortunadamente, conservo la pandilla de mi infancia en el pueblo y nos gusta reunirnos en las fechas señaladas, como en la romería, en verano e incluso algunas Navidades. Mi familia era amplia, pero de cinco hermanos que éramos ya sólo vivimos dos y además estábamos muy esparcidos. Dos de los que murieron estaban en Bilbao, mi otra hermana que murió en Campanario y el otro que vive está en Málaga, aunque también visita bastante el pueblo. Durante el año, ahora que estoy jubilado, yo suelo venir aquí del orden de tres o cuatro veces a Campanario.

--No obstante, en Campanario si que echará en falta muchas cosas de Cádiz ¿no es así?

--Pues si. Allí, por ejemplo, la temperatura es más agradable que el bochorno que tenemos aquí en verano. Luego, también echo en falta la rutina diaria. En Cádiz todos los días suelo salir con compañeros jubilados de Telefónica a caminar por el paseo marítimo y echamos una mañana muy agradable, hablando de todo en poco.

--¿Viviendo tantos años allí habrá corroborado la hospitalidad y la gracia de la que tienen fama los gaditanos?

--Sin duda. Cádiz tiene mucho encanto en ese aspecto. Tienen mucho ingenio y simpatía y por eso creo que conectan tan bien con los extremeños. Además, es una ciudad muy bonita y urbanísticamente me gusta, ya que tiene muchas calles peatonales en la zona centro y no tienes que ir con la preocupación de que un coche se te eche encima.

--¿En qué se parecen los campanarienses-los extremeños a los gaditanos?

--Cada uno tiene su idiosincrasia y su forma de ser, pero quizás tengan similitudes en la alegría de su gente, el gusto por el flamenco y sus ganas de fiesta. En Cádiz viven mucho y con intensidad los carnavales y en Campanario hacen lo mismo con su romería de Piedraescrita.

--Y mientras nosotros vamos de vacaciones a las costas gaditanas, usted supongo que hace las maletas pero para volver a su pueblo. ¿En Campanario que suele hacer en verano?

--Pues aquí disfrutamos de los amigos, nos vamos a las viñas y hacemos nuestras calderetas. Allí pasamos unos ratos muy agradables reviviendo las anécdotas de la niñez. También vamos al pantano, participamos en las actividades de la feria de agosto y cada vez que venimos no olvidamos de visitar a la Virgen de Piedraescrita en su ermita.

--¿Cómo surgió la oportunidad de presidir la Casa de Extremadura en Cádiz? ¿llevaba tiempo siendo socio?

--Desde que se constituyó la Casa de Extremadura en Cádiz, en el año 1994 soy socio. Durante un tiempo estuve de tesorero en alguna de las juntas directivas y nunca he dejado de colaborar, ya que por ejemplo en lo carnavales me encargo de hacer las migas en la Casa de Extremadura, que se ofrecen a todos los gaditanos y visitantes. Unas migas para las que utilizo 90 kilos de pan. El caso es que la anterior presidenta, Encarna Suero, decidió dejar el cargo para dar paso a otra gente y como nadie se presentaba para sustituirla, decidí dar el paso adelante y me presenté para ser elegido presidente y de esta forma la actividad de la Casa de Extremadura en Cádiz continuara. Y respaldado por una junta directiva, llevamos apenas un año.

--¿Qué actividades llevan a cabo?

--Ahora, en septiembre, vamos a organizar una semana cultural coincidiendo con la festividad de la Virgen de Guadalupe. Asimismo, participamos en las actividades que celebran los distintos Ayuntamientos de Extremadura. Por ejemplo, este año participamos en una convivencia en Campanario gracias a la invitación del alcalde, Elías López. Y el mes pasado nosotros le devolvimos la invitación y el alcalde estuvo acompañándonos allí en Cádiz. Además, estamos dentro de la Federación de Casas de Extremadura en Andalucía.

--¿Conoce a otros campanarienses residiendo en Cádiz?

--De Campanario hay una socia, que la he conocido precisamente a través de la Casa de Extremadura, no del pueblo. Entre los socios hay más de la provincia de Cáceres, de la capital, de Coria o Valencia de Alcántara, que de la provincia de Badajoz, teniendo socios de Almendralejo, Villafranca de los Barros, Bienvenida o Don Benito, entre otros. Cabe destacar que en la provincia de Cádiz hay cuatro Casas de Extremadura. Está la de Jerez de la Frontera, que es la más antigua, la del Puerto de Santa María, la de Sanlúcar de Barrameda y la nuestra.